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 sábado, 13 de marzo de 2004

Opinión: La ceguera separatista ante el terrorismo

Pablo Díaz de Brito / La Capital

Resulta altamente pedagógico estudiar la reacción a los atentados de Madrid del entramado político de ETA y de sus aliados, más allá de a quién resulte finalmente asignada la autoría del atentado. Arnaldo Otegui, exponente mayor del ilegalizado brazo político etarra, salió el jueves a despegar a la banda de toda vinculación con la matanza, cuando aún no se conocía el comunicado de Al Qaeda ni se sabía de la camioneta con versículos del Corán y detonadores.

Otegui dijo que se estaba ante "un operativo de la resistencia árabe". Hay que detenerse a estudiar el vocabulario del líder de la ex Batasuna: en ningún momento habla de terrorismo, palabra tabú. Dice, en resumen, "no somos nosotros, es la resistencia árabe". En Europa la palabra resistencia evoca aquella, épica, contra el nazismo. Es un término que ennoblece. En la torcida mentalidad de Otegui y de la patológica izquierda "abertzale", el terrorismo no existe, ni siquiera si es el de Al Qaeda y asesina a 200 trabajadores y estudiantes españoles y hay que diferenciarse a toda costa de este acto.

Cualquiera que haya leído algo de la farragosa literatura de este sector, si sobrevivió a la experiencia, sabe que el militante abertzale sólo usa el término "terrorismo" para referirse al Estado español o a sus aliados.

Otro que destacó de la peor manera posible fue el catalán nacionalista Carod Rovira, aquel que se reunió clandestinamente a inicios de año en Francia con la cúpula de ETA para negociar una tregua, pero sólo para "su" Cataluña. O sea, maten, pero no aquí, maten "en España".


Justificar lo injustificable
Y de nuevo resulta didáctico analizar el razonamiento utilizado para justificar lo injustificable: Carod dijo, mientras en Atocha recogían cadáveres, que, ahora, o sea, luego de la matanza más grande conocida por España y Europa, no se reuniría con los terroristas. "Pero alguien deberá hacerlo", agregó de inmediato el impenitente jefe del partido que cogobierna Cataluña, un dato que da escalofríos. Otra vez aparece aquí el discursito de la necesidad de negociar con ETA, que en España ya es un subgénero político y periodístico: a buscar la tregua, porque la vía policial y judicial, es decir la legítima represión del Estado de Derecho, se ha demostrado insuficiente, argumentó Carod. O sea: a negociar, a "hacer política", porque no hay otra forma de terminar con la violencia, que, después de todo, tiene sus razones.

Será una curiosa casualidad, pero los mentores de negociar la tregua con ETA a todo trance hacen sus mayores esfuerzos justo cuando la banda terrorista se encuentra en uno de sus momentos de mayor debilidad política y militar. Como la tregua anterior lo demostró cabalmente, el armisticio sólo sirve para que ETA reorganice sus comandos y vuelva al ataque con mayor letalidad. Ahora Carod propone lo mismo, y lo ratifica el mismo día en que 200 españoles son asesinados, según él cree en ese momento, por ETA (cuando hizo estas declaraciones, el jueves a la mañana, no había otra hipótesis).

Carod, evidentemente, al igual que Otegui, está ciego, ensimismado en las nieblas de su tóxica dialéctica: no ve que los atentados de Madrid, si de alguna manera están vinculados a ETA, son la tumba, no sólo de la banda, sino de todos aquellos que en España impulsan planteos secesionistas, claramente inconstitucionales. Si los españoles (y los vascos y catalanes lo son, mal que les pese a Batasuna y al catalanista ERC) sacan bien sus cuentas, estos partidos separatistas radicales deberían desaparecer, o al menos languidecer, en poco tiempo. Mañana será una primera prueba.

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