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 sábado, 06 de marzo de 2004

Otro intento de estafa desde una cárcel de Córdoba
Una hora de pesadilla con el teléfono
Llamaron a una familia y le dijeron que uno de sus hijos había tenido un accidente y luego que estaba secuestrado

Otra maniobra extorsiva con el fin de apoderarse de pulsos de tarjetas de telefonía celular tuvo como víctima a una familia de Rosario. En este caso, la estafa no llegó a concretarse por completo, ya que las víctimas descubrieron tras una hora de tensión que todo se trató de un hábil engaño organizado desde un teléfono público ubicado en una cárcel de la provincia mediterránea. La denuncia fue radicada en la sección Seguridad Personal de la Unidad Regional II, donde se acumulan varias investigaciones sobre este tipo de fraudes, cuyos autores no pueden ser detectados.

Lo cierto es que en casi todos los casos registrados en Rosario el denominador común fue que las llamadas extorsivas partían desde cárceles de la vecina provincia. Los autores de estas jugadas se benefician con la obtención de los códigos y números de tarjetas para luego hacer llamadas gratis desde o hacia teléfonos celulares. Todo esto montado sobre una hábil maniobra de mentiras que los estafadores tienden sobre víctimas desprevenidas.

Así le sucedió a la familia Domínguez cuando el jueves, alrededor de las 16.30, recibió una inesperada llamada telefónica. Valeria, la hija mayor, cuenta la historia pero prefiere que no le saquen fotos. "Te voy a contar todo para que la gente esté alerta. Hasta que descubrimos que todo fue una mentira la pasamos muy mal", dijo en diálogo con La Capital.

"Estábamos mi hermano de 19 años, mi mamá y yo, que tengo 22. En ese momento mi hermano más chico, Esteban (14 años) se había quedado en un ciber del centro. De pronto sonó el teléfono y atendí", recordó la joven. La comunicación terminaría durando en total casi una hora. Apenas alzó el tubo, la chica escuchó que la computadora de Telecom le anunciaba que tenía una llamada de cobro revertido desde un teléfono ubicado "en un instituto penitenciario de Córdoba". Valeria admitió que sintió simple curiosidad y aceptó la llamada. Del otro lado de la línea escuchó una voz masculina con inconfundible acento cordobés.


Truco al descubierto
El hombre se identificó como un oficial de policía. "Señora aquí ocurrió un accidente de tránsito y una persona que está muy grave tiene entre sus pertenencias este número como el de su casa. ¿Todos sus familiares están allí?", preguntó el falso policía. Valeria estaba segura de que sus hermanos y padres estaban bien, pero le quedó la duda de si no se trataba de algún otro pariente. Ante la insistencia del cordobés por el paradero de sus seres queridos, la chica contó que el único que faltaba era su hermano menor, pero que sabía que estaba bien porque "lo había visto hace menos de media hora".

"A ver, necesito que colaboren, páseme con su mamá", le pidió el supuesto agente con tono severo. Cuando la madre de Valeria atendió la llamada, recibió una noticia con estupor. "Tenemos secuestrado a tu hijo y te lo vamos a devolver si entregás 200 pesos en pulsos telefónicos", le anunciaron. La mujer entonces se quebró emocionalmente. Fue en ese momento en que el ahora secuestrador pidió hablar nuevamente con Valeria porque, según dijo, "estaba más tranquila".

La chica desconfió enseguida de semejante noticia. "A mí no me cerraba lo del secuestro", recordó. Entonces le pidió que dijera cómo estaba vestido su hermano y qué tipo de zapatillas calzaba, pero el cordobés la paró en seco: "No te hagas la piola, que las preguntas las hago yo". Tras cartón vino la propuesta de pago.

El delincuente le propuso que si quería hablar con el hermano tenía que comprar tarjetas telefónicas y cargarlas a "tres celulares" que luego se los iban a dejar en la puerta de la casa. "Con esos aparatos vas a poder hablar con tu hermanito", completó.

Valeria sostuvo que así sus dudas se incrementaron. "Decían que nos estaban vigilando. Entonces mi otro hermano fue hasta una telefónica y compró 200 pesos en tarjetas. Cuando comencé a dictarle los códigos me di cuenta que el tipo ni siquiera sabía escribir", comentó la chica. En un momento la llamada se cortó y Valeria tuvo tiempo para ubicar a Esteban, quien por supuesto estaba sano y salvo.

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