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 sábado, 06 de marzo de 2004

Balacera y persecución en el barrio Echesortu Oeste
Robó, se tiroteó con un policía al fugar y tomó a un albañil de rehén
El ladrón cayó herido y su cómplice huyó. Habían asaltado una distribuidora de 3 de Febrero y Servando Bayo

Eduardo Caniglia / La Capital

Ayer al mediodía, el barrio Echesortu Oeste se convirtió en un infierno. El tiroteo que se desató en el epílogo al asalto a un comercio mayorista de golosinas y cigarrillos puso en riesgo la vida de las numerosas personas que a esa hora transitaban por el barrio. Uno de los ladrones escapó corriendo tras el atraco y detrás de él salieron el dueño del local y su hijo. En medio de la alocada carrera, el muchacho dio aviso a un policía que pasaba y entonces se desató la balacera. El fugitivo pudo refugiarse en una obra en construcción, donde tomó como rehén a un albañil y se entregó, herido en una pierna, cuando ya los uniformados lo habían cercado.

Todo se inició cerca de las 11.45 en la distribuidora RA, de 3 de Febrero y Servando Bayo. A esa hora, estaban en el local los propietarios, Raúl Leonetti, de 50 años, su esposa, Alicia Partal, de 42, y el hijo del matrimonio, César, de 16 años. En ese momento llegó un hombre vestido con una camisa que cubría su cintura. Los comerciantes creyeron que era un cliente más porque se mostró interesado en comprar artículos, diciendo que planeaba instalar un quiosco.

Enseguida,arribó otro sujeto con el mismo propósito. Y entonces Alicia se inquietó. Cuando la mujer preguntó sorprendida por qué los dos hombres compartían el mismo proyecto comercial, los visitantes decidieron poner fin a la farsa. Desenfundaron las armas de fuego que ocultaban debajo de la ropa y encañonaron a los Leonetti. "Uno de los tipos gritó basta, nos llevaron para atrás y nos pidieron el dinero", explicó Raúl.

Casi al mismo tiempo que uno de los maleantes exclamaba "dame la plata", César lograba salir a la vereda por la puerta del local. Cuando los gritos del adolescente clamando por ayuda resonaban en la calle, uno de los ladrones parecía resignado a no cometer el robo y le decía a su cómplice que debían marcharse. El socio no lo escuchaba e insistía con llevarse la recaudación. "Se pudrió todo decía uno de los choros, pero el otro nos seguía pidiendo la plata", comentó.

Visiblemente nervioso, el ladrón corrió a la caja para apoderarse del efectivo, pero en el apuro por escapar se le "cayó un fajo de billetes". Raúl es el presidente del club Tiro Suizo y entonces recordó que tenía una pistola mueve milímetros, que usa habitualmente para competir en esa institución. El comerciante recogió el arma, pero la pudo tener poco tiempo. "No pude hacer nada. Forcejeamos, me tiró al suelo y me la quitó. A mi mujer, el otro (ladrón) la agarró de los pelos y le apuntó a la cabeza", explicó.

Los ladrones se marcharon con unos 40 pesos de la recaudación y la pistola de Raúl, pero no se llevaron el reloj ni la billetera del comerciante temiendo que en cualquier momento pudiera llegar la policía.

Así, corrieron por Servando Bayo y doblaron por Mendoza. Detrás de ellos salieron Raúl y César. En el camino, el chico vio a un policía, que vive en esa barriada. El efectivo, que revista en la subcomisaría 18ª, estaba de franco y realizaba una compra en un comercio, escuchó el pedido desesperado de ayuda de César, que señaló al hombre de remera colorida que huía por calle Mendoza.

En vano fue que el uniformado le gritara que se detuviera. El maleante continuó el escape. Y a partir de ese momento se desató una balacera que podría haber terminado en una tragedia. A esa hora el tránsito era fluido y los locales comerciales estaban colmados de clientes.

César fue un testigo privilegiado del tiroteo. "Empezamos a seguirlo con el policía. El choro se dio vuelta y tiró varios balazos", recordó. Entonces la desesperación se apoderó de los transeúntes, que sólo atinaron a tirarse al suelo mientras que los automovilistas detenían el paso de sus vehículos.


Tiros en plena calle
La persecución continuó a través de dos cuadras hasta el cruce de Valparaíso y Mendoza y allí dos proyectiles disparados por el uniformado atravesaron la luneta y el parabrisas de un auto estacionado. Uno de los balazos impactó en la pierna izquierda del ladrón, que estaba detrás del vehículo.

A pesar de estar herido, el maleante continuó corriendo. Primero atravesó Río de Janeiro y bulevar Avellaneda. Luego llegó hasta San Juan y después retrocedió por el pasaje Niorovich. Cuando llegó a la intersección con Rioja se introdujo en una obra en construcción. Al verse acorralado por los efectivos del Comando Radioeléctrico y de la comisaría 6ª, realizó el último intento para evitar el cerco policial. El albañil paraguayo Jorge Servián, de 42 años, estuvo a merced del asaltante cuando el maleante le colocó el caño del arma en la cabeza.

Cuando el ladrón se percató de que "estaba rodeado", se entregó. Se trata de Ricardo Daniel Páez, de 43 años, quien debió ser internado en el Hospital de Emergencias con un balazo en la pierna. Su cómplice tuvo más suerte, ya que consiguió escapar.

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Leonetti forcejeó con uno de los ladrones.

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