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 sábado, 06 de marzo de 2004

Del diario acontecer

No me parece nada ético, sino reprochable, que un gobernador en ejercicio y otro que aspiraba a serlo y que fue desplazado por una espuria y antipopular ley de lemas, estén cuestionándose y divagando en apreciaciones que no ocupan -en rigor- las prioridades de nuestra provincia. No es necesario ser un erudito en política para determinar que la ley en cuestión apunta más a sostener un partido antes que a un candidato que ha obtenido un mayor caudal de votos, ya que una "forzada" voluntad de electores dentro de aquel partido pasa a contribuir en una sumatoria que eleva un endeble y exiguo 15 o 20%. Binner se presentó a elecciones a sabiendas de las contrariedades de la ley y Obeid, estimulado por la misma, que le otorgaba iguales posibilidades -como en su período anterior-ante adversarios que lo superaran en cantidad de sufragios; ¡todo un derroche de equidad!. Los resabios y las rispideces están más latentes que la creatividad y la imaginación, y pedir que dentro del ejercicio de la política se instale un espacio para la ética, ¡ya me parece demasiado!...Siempre consideré que la ética era un toque de distinción de la personalidad; no observo ni una ni otra cosa. Destaco que mi condición de apolítica no me inhibe de informarme y actualizarme sobre lo que será de mí en manos de nuestros legítimos e ilegítimos gobernantes; incluyendo capaces e incapaces y al dar vuelta la página de La Capital me entero que por estos días alguien dijo que "mientras haya pobres existirá el justicialismo". Los años son testigos de nuestra historia y creo que subsisten aún partidos políticos que son hacedores de pobres y de analfabetos, cuyo sostenimiento prebendario -que pagamos todos- les permiten, desde tiempos lejanos, lograr el equilibrio de los sufragios en cada provincia, ciudad o comuna. Como corolario observo que la asiduidad con que un zigzagueante edil de nuestra ciudad desparrama su sarcasmo e irónica verborragia, tampoco me ha pasado desapercibida. ¡Cuánto espacio para tanta intrascendencia! ¡Cuánto tiempo perdido en defenestrar voluntades que, con defectos y con virtudes, fueron puestas al servicio de los demás!. ¿Y las funciones que deben desarrollar? ¿Y el despliegue creativo de sus innumerables asesores? ¿Y sus proyectos...? Decía Federico II: "El arte de la política consiste en mentir con oportunidad". Descanse tranquilo don Federico que en muestro país se honran sus palabras desde el año 1946.

Olga Ponce



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