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 domingo, 04 de enero de 2004

¿Se desintegra el "eje del mal" del presidente Bush?
Corea del Norte e Irán inician un tibio acercamiento político hacia Washington tras la guerra en Irak

Alberto Galeano

La decisión del líder norcoreano Kim Jong II de invitar a un grupo de expertos estadounidenses a visitar sus plantas nucleares puede ser el comienzo del fin de lo que Washington definió como el llamado "eje del mal". Y es que los otros dos miembros de esta trilogía creada por el presidente George W. Bush, el Irak de Saddam Hussein -aunque la resistencia lucha contra la ocupación estadounidense- e Irán, dejaron de ser un potencial peligro inmediato para Washington. El primero porque fue aplastado por la maquinaria bélica norteamericana y el segundo debido a que renunció a fabricar armas nucleares e inició una tibia política de acercamiento con EEUU, después de 25 años de no tener relaciones diplomáticas.

Tras la guerra de Irak, a quien EEUU acusó de poseer armas de destrucción masiva que nunca fueron encontradas, la política de cooperación de estos países no puede resultar más favorable a los planes del presidente Bush, en un año difícil en el que buscará su reelección.

A esta nueva situación se sumó el presidente libio, Muammar Kaddafi, quien anunció el fin de su programa de armas de destrucción masiva, luego de una serie de advertencias de Washington sobre su supuesto apoyo a grupos terroristas. Sin embargo, la contracara de este panorama sigue siendo Israel, al que algunos países acusan de poseer unas 200 ojivas nucleares, y cuyo pueblo apoya mayoritariamente el desarrollo de estas armas para defenderse de sus enemigos, según un sondeo realizado por la radio pública La Voz de Israel.

Con Corea del Norte, EEUU aplicó una política de negociación completamente distinta a la desplegada con el gobierno de Saddam Hussein, a quien no dudó en derrocar formando una coalición internacional que no fue respaldada por las Naciones Unidas.

Cuando en octubre de 2002, la Casa Blanca afirmó que Corea del Norte tenía un programa nuclear clandestino, que violaba un acuerdo firmado en 1994, se inició una seria crisis entre ambos países, agravada por la decisión de Pyongyang de reciclar la central nuclear de Yongbyon. Con un ejército de un millón de hombres, el gobierno de Kim Jong II advirtió a Washington que podía atacar objetivos estadounidenses en todo el mundo en caso de una agresión norteamericana.

Según informó en aquellos días de febrero de 2003 el almirante estadounidense Lowell Jacoby, director de la agencia de Inteligencia de Defensa, Corea del Norte posee un misil balístico -que todavía no ha probado- con capacidad para alcanzar la costa oeste de EEUU. Los temores no eran infundados, ya que Norcorea había probado misiles balísticos capaces de alcanzar Corea del Sur y Japón, y la Agencia Central de Inteligencia (CIA) considera que Pyongyang tiene ya una o dos armas nucleares.

La decisión de Corea del Norte de permitir la visita de un grupo de expertos estadounidenses, en una visita privada, abre una serie de expectativas, aunque aún ese país se niega a reintegrase al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP), pese a los pedidos de China y Rusia, sus principales aliados, y Japón y Corea del Sur.

En distintas oportunidades, Corea del Norte anunció que podía modificar esta actitud si EEUU reanudaba sus suministros de combustibles, tal como establecía el acuerdo de 1994, a cambio de que Pyongyang no reabriera sus instalaciones nucleares. La llegada de esta delegación de inspectores estadounidenses, prevista para el próximo martes, es importante porque es la primera vez que expertos extranjeros visitan ese país luego de la expulsión de los inspectores de las Naciones Unidas en 2002.

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La política de cooperación iniciada por Norcorea e Irán puede resultar favorable para las aspiraciones electorales de Bush.

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