Año CXXXVII Nº 50062
La Ciudad
Opinión
Policiales
La Región
Información Gral
El Mundo
Política


suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Salud 17/12
Autos 17/12
Turismo 14/12
Mujer 14/12
Economía 14/12
Señales 14/12


contacto

servicios

Institucional

 domingo, 21 de diciembre de 2003

Obsesión de celos que llevó al delirio y a cuatro años de cárcel
Agobiado por la idea de ser engañado, un hombre atacó a su mujer a cuchilladas. Tras un arduo debate jurídico lo condenaron. Pero la familia lo visita regularmente

Jorge Salum / La Capital

Haydée Ferreyra estaba recostada sobre su cama cuando el marido entró en la habitación. Era un domingo a la tarde y la pareja ya había discutido. Hacía semanas que el clima entre ambos era tenso. Mario Sánchez sufría un ataque de celos y ya no toleraba ni siquiera el afecto de la mujer hacia los hijos y nietos. "¿Qué tenés en la mano?", gritó ella antes de que el hombre se le abalanzara, acaso intuyendo el peligro en el que se encontraba.

El cuchillo la hirió en el abdomen. Después hubo otras puntadas que no llegaron a destino porque la mujer consiguió defenderse. Aunque estaba herida y manaba mucha sangre, pudo escabullirse del dormitorio y subió a la terraza de la casa. Desde allí se deslizó a la calle por un poste de la red eléctrica. Sus hijos la encontraron desplomada, a punto de desmayarse, y la llevaron al hospital Centenario, donde tuvieron que operarla.

La secuencia se desarrolló cerca de las 7 de la tarde del 10 de noviembre de 2002. Sánchez fue apresado allí mismo y más tarde lo procesaron por intento de homicidio agravado porque la víctima es su esposa. Una fiscal pidió que lo condenaran a 15 años de prisión. Ahora el juez Ernesto Genesio dictó sentencia: como encontró atenuantes para explicar la conducta del agresor, lo condenó a la pena de 4 años.

La relación de la pareja era conflictiva desde hacía tiempo. Sánchez atravesaba por un período de descontrolado nerviosismo y el día previo al episodio en el que casi asesina a su esposa había concurrido a un psiquiatra en un hospital público. Allí le recetaron unos sedantes y lo enviaron a la casa.

Pero la situación clave eran los celos. El hombre estaba convencido de que ella lo engañaba y ni sus tres hijos, todos mayores, pudieron convencerlo de lo contrario. Como ya había tenido reacciones violentas, todos en la familia le temían.

El día del hecho la pareja comió con uno de los hijos. No fue una jornada tranquila: Sánchez discutió con el muchacho y le pidió que su fuera. La situación era tan tensa que la mujer no quería recostarse, aunque hacia la tardecita se sintió tan rendida que lo hizo.

Fue en ese momento cuando el marido encontró las condiciones propicias para atacarla. Después, cuando le preguntaron cómo habían sido los hechos, dijo que no recordaba nada. Toda la familia desfiló por el juzgado que investigó el episodio. En las declaraciones de la mujer y los hijos quedó claro que todos temían a las reacciones de Sánchez, quien al parecer se había vuelto violento.

La discusión, en el proceso, fue qué delito cometió el acusado. ¿Era intento de homicidio o lesiones graves? La diferencia es que mientras en el primer caso podrían darle una pena hasta de 15 años de prisión, en el segundo no serían más de 3 y por lo tanto podría quedar libre.

El abogado defensor de Sánchez, Marcelo Argenti, sostuvo que había evidencias de "un largo conflicto familiar" que debió terminar en un divorcio mucho tiempo antes. Y sostuvo, además, que el agresor había actuado con emoción violenta, es decir bajo un trance que por un instante le impidió comprender lo qué hacía.

La fiscal, en cambio, pidió el castigo más duro. Finalmente el juez le aplicó la pena mínima porque encontró circunstancias atenuantes para la conducta del agresor: una de ellas es que aquel día había mezclado sedantes con varias botellas de cerveza, algo que probablemente atentó contra su capacidad de discernir entre lo correcto y lo que no lo es.

Además, Genesio no pasó por alto la conducta posterior de Sánchez y un hecho atípico en estos casos: desde que está detenido, su mujer y sus hijos lo visitan regularmente. El juez coincide con el abogado Argenti en que, a pesar de lo que ocurrió, el vínculo entre víctima y victimario no está roto.

enviar nota por e-mail

contacto
buscador

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto


  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados