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 domingo, 21 de diciembre de 2003

Navidad: Había una vez un árbol

El árbol de Navidad tiene su orígen en la antigua creencia germana de que un árbol gigantesco sostenía el mundo y que en sus ramas estaban sostenidas las estrellas, la Luna y el Sol (lo que explica la costumbre de poner a los árboles luces). Era también símbolo de la vida, por no perder en invierno su verde follaje cuando casi toda la naturaleza parece muerta.

Cuenta la leyenda que en algunas casas en los países nórdicos, durante el invierno se cortaban algunas ramas y lo decoraba con pan, fruta y adornos brillantes para alegrar la vida de los habitantes mientras transcurría el invierno.

El árbol tiene varios significados religiosos porque ha sido utilizado como símbolo de la unión del cielo y la tierra: ahonda sus raíces en la tierra y se levanta hasta el cielo; por eso en muchas religiones (sobre todo en las orientales) es un signo de encuentro con lo sagrado: del hombre con la divinidad y de la divinidad con el hombre. En Mesoamérica guarda un significado místico, inclusive tenían al ahuehuete como árbol sagrado. Las tribus nórdicas europeas, americanas y algunos grupos como los druidas, también los tenían y se reunían alrededor de ellos para entrar en comunión con Dios.

Se dice que un misionero inglés en Alemania, en el siglo VII, comprendiendo que era imposible arrancar de raíz esta tradición pagana, la adoptó dándole un sentido cristiano, haciendo que el árbol adornado fuera también un símbolo del nacimiento de Cristo. Algunos otros hablan que Martín Lutero fue quien introdujo la costumbre al adornar con manzanas un árbol, para tratar de explicar los dones que los hombres recibieron con el nacimiento de Jesucristo.

Estrellas y adornos

En la mayoría de los países del mundo se prepara un árbol para festejar la Nochebuena. Sin embargo, tiene características diversas de acuerdo a los países. En general se utiliza el pino para colgar los adornos, pero como existen muchas variedades tampoco es una particularidad que uniforme a los árboles navideños de todo el mundo.

Si bien existen diversas versiones acerca de la verdadera historia del árbol que simboliza la Navidad, en lo que hay pleno acuerdo es en el origen europeo de la tradición que se celebra en invierno en todos los países del hemisferio norte, mientras que en los del hemisferio sur, la fiesta se celebra en verano. Por este motivo, los árboles de Europa y EEUU se ven cubiertos de nieve (realidad que se trata de reproducir en el sur poniéndole algodón, lana de vidrio o espuma de plástico).

Otros opinan que el aspecto nevado para simbolizar el invierno, proviene de los vikingos, quienes a fin de año pedían a los dioses que les favorecieran con aquello que más deseaban, colgando sobre los pinos nevados escudos, cascos y espadas que al reflejar la luz, daban a los árboles el aspecto luminoso que ahora imitan los de Navidad.

Con el paso del tiempo y la implantación del cristianismo en la vieja Europa, el árbol de Navidad ha ido adquiriendo cada vez más referentes bíblicos, sin olvidar los otros elementos de tradiciones y culturas más antiguas. Entre los objetos de referencia cristiana más característicos se encuentran los que se sitúan en la copa del árbol: una estrella o un angelito. La estrella representa el astro que guió a los Reyes Magos hacia el lugar donde había nacido el niño Jesús, y simboliza el faro que indica a las majestades el lugar donde deben dejar los regalos. El angelito posiblemente posea varios significados, representaría el tiempo de paz que significa la festividad de la Navidad, pero también puede simbolizar al arcángel que anunció a la virgen su estado.

Otras creencias

Hay otras historias que hablan del origen del árbol. Una de ellas sitúa el comienzo de la tradición en la región francesa de Alsacia, donde hace cuatro siglos vivía un sacerdote muy caritativo que, cada noche de Navidad, repartía entre los menesterosos del pueblo alimentos, ropa y dinero que recolectaba en los meses anteriores.

Un día, mientras preparaba los paquetes, el sacerdote admiró la hermosa noche y tuvo la idea de colgar los regalos en un abeto próximo a la iglesia. Los pobres podrían así disfrutar del cielo estrellado de diciembre, mientras se reunían bajo el árbol para cantar los cánticos. Tan agradable resultó la reunión que desde entonces el pino fue el centro de la fiesta navideña.

Otro cuento lleva la tradición a Inglaterra y la sitúa en el siglo XVIII bajo el reinado de Jorge III. La esposa del rey, la reina Carlota, se caracterizaba por su bondad con los súbditos y en el año 1765 decidió instalar, en uno de los salones más grandes de palacio, un Christmas Tree adornado con guirnaldas, luces, juguetes y regalos.

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