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 domingo, 21 de diciembre de 2003

Puestos jerárquicos, ¿cosa de hombres?

Las mujeres poseen características que les posibilitan asumir liderazgos laborales diferenciados de los tradicionales, sus puntos de vista son más integrales y pueden influir positivamente en las organizaciones, pero no son tenidas en cuenta para ocupar puestos jerárquicos, según un trabajo realizado por docentes de la cátedra de Psicología Social de la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). De acuerdo con el trabajo realizado por Nilda Ansaldo, Luciana Bolea, Luciana Allevi, Paula Raviolo, María Virginia Dundas y Bruno Barbieri, la actividad laboral femenina se concentra por lo general en ocupaciones orientadas al área de servicios, lo que indicaría la existencia de una división sexual del trabajo, en la cual las mujeres realizan las tareas más rutinarias, menos creativas, menos valoradas y alejadas de puestos de más rango, de acuerdo a un relevamiento realizado en un ministerio público de la provincia.

En el trabajo titulado "La perspectiva del género en los lugares jerárquicos organizacionales: un enfoque del liderazgo femenino", los docentes describen que en dicho organismo "la mitad de los trabajadores son mujeres, y la mayoría ocupa cargos administrativos alcanzados por carrera administrativa, a los que se accede por concurso". En tanto, de 20 directores generales -máxima jerarquía a la que puede accederse por carrera administrativa- sólo 6 son mujeres.

Los autores del estudio se basaron en entrevistas realizadas a un informante clave, trabajador jerárquico del ministerio, para conocer cuáles podrían ser las razones por las cuales las mujeres no acceden a estos puestos. En este sentido, se mencionan la "falta de conducta agresiva" y poca disponibilidad horaria, en virtud de que también son amas de casa y madres, un mandato cultural aparentemente irrenunciable.

Según esta opinión las más jóvenes serían más adecuadas para ocupar puestos jerárquicos, ya que poseen mayor disponibilidad horaria y son más "agresivas" en su manera de trabajar, "homologando a una cualidad necesaria y masculina para el ejercicio del liderazgo que de este modo no contempla otro estilo más ligado a lo femenino".


El problema del género
Aunque para muchos sean sinónimos, sexo y género tienen significados diferentes. "La consideración acerca de las características, propiedades y funciones que la cultura de cada lugar otorga a las personas en virtud al sexo al que pertenecen se vincula con la perspectiva del marco histórico social y cultural", dicen los docentes. En este sentido, el concepto de género considera "tanto las diferencias sexuales entre varones y mujeres desde la perspectiva anatómica como en el sentido que las personas le otorgan a lo femenino y masculino".

Esas diferencias implican roles asignados culturalmente, tanto al hombre como a la mujer, determinadas conductas y vínculos sociales que conforman sus identidades. De esta forma se asume como "natural" que la mujer asuma la conducción de su hogar, que se encargue de las tareas domésticas y de la crianza de sus hijos, y que relegue a un segundo plano su realización profesional.

Las mujeres son capaces de asumir fácilmente liderazgos diferenciados de los tradicionales, con puntos de vista más integrales. Sin embargo, esto "sólo es viable si se produce una renegociación de las normas sobre autoridad, poder, liderazgo, relaciones sociales y el rol de la mujer, tanto en la vida familiar como en la política y la de las organizaciones". Para ello es preciso un cambio cultural que permita la reversión de las imágenes-creencias de género y trabajo actuales.


¿Barreras al liderazgo?
El liderazgo femenino se encuentra vedado y hasta obstaculizado por aquellos que sostienen y reproducen la forma de relación patriarcal en las relaciones laborales, indican las conclusiones del trabajo. Este tipo de representación social -agrega- "supone un corte asimétrico que mantiene la hegemonía masculina y limita así el acceso de las mujeres a puestos de conducción".

Si no se cambian los criterios tradicionales de lo que implica "ser mujer y ser hombre" dentro del ámbito subjetivo en general y en el ámbito del trabajo en particular, y los criterios de lo que implica "hacer conocimiento", la institución de la subjetividad, del trabajo y del conocimiento, se preservarán con modelos patriarcales, llevando a las mujeres al territorio masculino como condición para su aceptación.

Estas conclusiones confirman el valor que la cultura del trabajo de manera consciente o inconsciente incide en la representación de las actitudes que las mujeres asumen en el desempeño de cargos de jerarquía, juntamente con la comprobación de la existencia de un techo de cristal o límite de acceso al mismo.

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En el estudio, de 20 directores generales, 6 son mujeres.

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