Análisis

La lección cordobesa

Mauricio Maronna / La Capital

La victoria de Luis Juez en Córdoba constituyó la primera corporización práctica del "que se vayan todos". Pese a que la inmensa mayoría de los candidatos que llevaba en sus listas no registraban antecedentes en materia de política electoral, el Partido Nuevo doblegó sin inconvenientes a los poderosos aparatos tradicionales.

En medio de una geografía política nacional abrumadoramente dominada por el PJ, y frente al default de la oposición, los cordobeses eligieron a un personaje que en 9 meses se propuso llevar a la práctica un reclamo común: más y mejor política y honestidad en el ejercicio de la cosa pública. "Nació el estilo H: honestidad y huevos", fue el leit motiv (ciertamente efectista) del intendente electo, quien derrotó a José Manuel de la Sota, neutralizó los apoyos del presidente Néstor Kirchner y puso una lápida a la UCR, un partido tan propio a los cordobeses como la peperina.

Pese a que se incubó en una elección municipal, el efecto Juez no debería ser minimizado por nadie. Por el contrario, deja lecciones para la "gran política nacional".

El ex fiscal anticorrupción puso en escena caras nuevas, renovación dirigencial y candidatos que pudieron resistir una investigación patrimonial. "Este va a durar menos que De la Rúa", "El peronismo y el radicalismo lo van a hacer papilla", "no tiene con qué gobernar", exudan los caudillos cordobeses, aún sorprendidos por el aluvión de votos a favor del inclasificable personaje que se ganó las tapas, incluso, de los diarios más importantes del exterior. Una noticia sorprendente para un país que también pelea el descenso en la tabla de los Estados más corruptos (ver aparte).

Sea cual fuere el resultado final de la gestión, el triunfo de Juez debería ser leído con extrema atención, particularmente por la dirigencia santafesina que, pese a la ley de lemas, mostró el 7 de septiembre a los conocidos de siempre ensayando también el discurso de siempre. Los "nuevos dirigentes" fueron una caricatura payasesca de lo ya establecido.

La alternativa de poder consistente en formar un rejuntado de opositores (casi todos con cargos) tampoco despertó expectativas de cambio real. Los escasos referentes políticos tradicionales que sobrevivieron en Santa Fe deberán convertirse en imanes a la hora de airear partidos políticos encerrados en sí mismos.

El leading case cordobés mostró que el reclamo por más y mejor política es mucho más que un devaneo intelectual. El "que se vayan todos" deja de ser una consigna inaplicable cuando hay alternativas de recambio: se trata de que se queden los mejores e ingresen los que tienen algo nuevo que aportar.