| domingo, 07 de septiembre de 2003 | Un moderado sin apoyo interno Christian Fuerst Ramala. - La lucha por el poder entre el ex premier Abbas y el presidente palestino comenzó desde el momento de su designación. Ayer, el compañero durante años de Arafat presentó su renuncia. "Este es un trabajo muy duro, casi imposible", dijo el político, apreciado a nivel internacional, pero con escasa popularidad entre su gente. Sus detractores le reprochan una moderación que consideran incluso molesta.
Antes de que fuese designado para el cargo por Arafat, iniciativa que fue aprobada por el Parlamento el 29 de abril tras semanas de tira y afloja, Abbas permaneció en un segundo plano durante nueve largos años. La única vez que salió en las portadas de los periódicos fue cuando tanques israelíes dispararon contra su casa en Ramala.
Pero cuando el político nacido en 1935 en Safed (actualmente Israel) se convirtió en primer ministro de los palestinos, saltó al primer plano. Abbas tenía la misión de llevar a su pueblo un futuro de paz después que Arafat perdiese el crédito tras el inicio de la nueva Intifada en septiembre de 2000 ante israelíes y estadounidenses, que lo descartaban como interlocutor.
Durante las cinco semanas que tardó en formar gobierno no se dejó impresionar por Arafat. Entonces, en la lucha por el poder lo tuvo relativamente fácil, porque contaba con el apoyo de todo el mundo y a quien se presionaba era a Arafat. Nunca antes EEUU, Rusia y la Unión Europea, así como también Egipto, habían apostado tan fuerte por un político como lo hicieron por Abbas, quien negoció los Acuerdos de Oslo y en 1993 los firmó.
Abbas, que huyó con sus padres en 1948 a Damasco, fue cofundador de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y del movimiento Al Fatah de Arafat. Desde el principio fue uno de los líderes de los palestinos en el exilio. En 1980, "Abu Mazen", como muchos lo llaman usando el nombre de su primer hijo, fue elegido al frente de la presidencia de la OLP y desde entonces ha sido en la práctica el segundo de Arafat.
Este político, que viste elegantemente y se doctoró en la universidad de Moscú en "política israelí", es considerado desde hace tiempo como impulsor de la reconciliación con Israel. En la OLP cuenta con amplio respeto, pero no tiene el necesario apoyo del movimiento Al Fatah en el Parlamento. Sin embargo, Al Fatah presionó para que el cargo de primer ministro lo ocupase él y no "una marioneta política", tal como ansiaba Arafat, que salió fortalecido de su último round con Abbas. (DPA) enviar nota por e-mail | | |