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 domingo, 10 de agosto de 2003

Lo asaltaron mientras esperaba el colectivo en J.J.Paso y Fraga
Asesinan de cuatro balazos a un albañil que resistió un robo camino al trabajo

Eduardo Caniglia / La Capital

Isabelino Espíndola recorrió las dos cuadras y media que separan su casa del barrio Empalme Graneros de la parada de colectivos, en la esquina de Fraga y Juan José Paso. Eran las 6 y media de la mañana y se había apoyado con su bolso sobre la garita para esperar un coche de la línea 101 que lo llevaría hasta la obra en construcción donde trabajaba como albañil. Parecía que iba a cumplir un día más de trabajo, pero en contados minutos se desató la tragedia. Aparecieron tres muchachos que intentaron robarle el bolso y Espíndola decidió defender con todas sus fuerzas las escasas pertenencias que llevaba: unas herramientas y 5 pesos. Peleó como pudo hasta que los ladrones lo acorralaron y lo fusilaron de cuatro balazos cuando ya estaba en el suelo.

Espíndola tenía 51 años y había llegado desde Paraguay hacía 25 años con su esposa, Sixta Ortiz. El matrimonio y sus hijos, dos estudiantes de 16 y 17 años, vivía en una casa del pasaje Franklin 5462. Ayer iba a trabajar a una obra de Brown e Italia cuando encontró la muerte.

Todavía no había amanecido y el trabajador esperaba desde hacía un rato el arribo del colectivo. Tal vez por la oscuridad no divisó la silueta de los tres muchachos que caminaban hacia la garita. Los pibes vestidos con ropa oscura y gorros de lona con cuellera se acercaron al albañil y una vez que estuvieron frente a él no perdieron tiempo. En ese cruce las veredas son anchas y sólo una parte de las aceras están cubiertas por mosaicos.

Primero los pibes empujaron a Espíndola hacia el sector menos iluminado, a unos pocos metros del portón lindante con una ferretería. Y allí comenzó una batalla desigual. El albañil forcejeaba y resistía el intento de robo. Los ladrones querían apoderarse del bolso. En su interior sólo había un sandwich, unas herramientas de trabajo y 5 pesos. Pero el trabajador había decidido que no se lo entregaría a los maleantes. Luchó como pudo, pero en ningún momento se desprendió del bolso. Tal vez no sabía que los agresores estaban armados y dispuestos a llevárselo de cualquier manera. Y si era necesario lo iban a matar.

La gresca continuaba mientras Espíndola se aferraba casi inexplicablemente a la cartera. Cuando los ladrones se dieron cuenta de que la tarea les resultaba ardua y complicada, decidieron terminar el pleito de la peor manera: uno de los delincuentes desenfundó una pistola 9 milímetros que tenía guardada entre sus ropas.

Entonces, el ladrón abrió fuego a mansalva. Disparó a quemarropa cuatro balazos. Tres impactaron en el pecho y cuando el albañil ya se había desplomado al suelo, el maleante gatilló nuevamente la pistola y un certero tiro le perforó el corazón. "Lo fusilaron. No se puede entender tanta alevosía por tan magro botín. Estos muchachos estaban alcoholizados o bajo los efectos de alguna droga", explicó el comisario principal Rafael Godoy, jefe de la comisaría 20ª.

Cuando los maleantes ya habían arrinconado a Espíndola, un coche de la línea 101 llegó a la parada de Fraga y Juan José Paso. Desde arriba del colectivo, algunos pasajeros pudieron ver el suceso. Uno de ellos, un muchacho de 25 años, se bajó del coche y persiguió unas cuadras a los ladrones hasta que los perdió de vista. Después volvió a la parada para auxiliar al albañil, que falleció casi en forma instantánea y nada pudieron hacer los médicos del Sies para reanimarlo.

Los maleantes corrieron por Fraga hacia el sur. Llegaron a French y desaparecieron. Ayer a la tarde, en la casa de material con techo de zinc de los Espíndola sólo atendió un sobrino del albañil. Emilio Medina estaba apesadumbrado y apoyado sobre la puerta de alambre reconstruyó el violento episodio. "Tres personas le quisieron robar el bolso. Se resistió y le pegaron cuatro balazos", comentó el familiar.

El muchacho recordó otro intento de robo que había sufrido Espíndola en la parada de colectivos, aunque ese caso pudo contarlo.

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El colectivo no llegó para el paraguayo Espíndola.

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