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 domingo, 10 de agosto de 2003

El cazador oculto: Una noche ideal para el arte cool

No hay que ser muy avispado para darse cuenta de que si hay una movida cool en el arte rosarino su ámbito natural es el Parque de España. Dónde más se puede gozar de una muestra de fotografías del Goethe bebiendo una copa de vino blanco helado. Dónde más se pueden ver las últimas tendencias de la moda, ya sea en gafas con marcos de diseño (una debilidad de la vanguardia esclarecida) o en raros peinados nuevos. Sólo en sus jardines se puede departir largamente sobre la impronta de Helmut Newton en el imaginario alemán de posguerra con un encanto como Carolina Grimblat. Sí, la artista plástica que cumplió el sueño de miles de gordos anónimos rosarinos: creó las merengadas gigantes. Y todo mientras la brisa que baja del río acaricia las hojas plateadas de los cipreses y Susana Dezorzi, la elegante directora del centro cultural, luce sus supersexys medias red sin preocuparse por el tendal de corazones partíos que deja a su paso. Basta adentrarse en sus túneles, en la inauguración de la exposición "Moda en imágenes", para comprender a qué se refería Enrique Almada cuando hablaba de "veladas paquetas". Si no por qué el omnipresente Eliseo Paiva, acaso el único médico de la ciudad que conoce a pie juntillas la obra de Aki Kaurismaki, se dejaría caer por ahí una fría noche de invierno. Aunque, hay que admitirlo, no sólo de pan vive el hombre. Y una vernissage fue, es y será un prometedor lugar de encuentro. Entre copa y copa se puede tanto discutir de política con Dante Taparelli, un hombre al que se hace difícil seguirle el rastro, como escuchar los consejos del Tata García, un reportero gráfico que, cuando se baja del fórmula uno, hasta parece tener corazón. También, darse de bruces con el pink punk de Guillermina Ygelman, una femme fatal capaz de intoxicar con sus diseños las vidrieras del Paseo del Siglo y seguir como si nada. Es curioso, pero a su lado un bon vivant como Eugenio Travella, que todavía sigue buscando los tesoros perdidos del Museo de Historia, no

desentona. Tampoco Oscarcito López, aquel que fuera el hombre orquesta de El Círculo y hoy es todo un misterio. Es raro, pero en ciertos lugares todos los gatos parecen pardos. Aunque no lo son.

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