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 domingo, 10 de agosto de 2003

[poesía]
Entre el cuerpo y la fe en Dios
Ediciones Del Dock lanzó la obra poética completa de Héctor Viel Temperley donde habita una búsqueda espiritual como acceso a la divinidad

Jorge Boccanera / La Capital

Poeta ambulante, solitario, cultor del ejercicio físico y, sobre todo, religioso practicante, la figura de Héctor Viel Temperley -fallecido en 1987 en un hospital a la edad de 54 años- vuelve a cobrar vigencia a partir del lanzamiento de su "Poesía Completa" en cuyas páginas habitan el cristianismo, el viaje como búsqueda espiritual y la escritura como puerta de acceso a la divinidad.

La relectura de su obra -hasta hoy conocida en forma parcial- recientemente sacada a la luz por Ediciones del Dock, fue acompañada por homenajes realizados en universidades y centros culturales porteños.

Nacido en Buenos Aires el 21 de mayo de 1933, el mundo poético de Viel Temperley comprende nueve libros desde "Poemas con Caballos", publicado en 1965, al que le siguieron "El nadador", "Humanae vitae mía", "Plaza Batallón 40", "Febrero72 - Febrero73", "Carta de marear", "Legión Extranjera", y los más difundidos "Crawl" y "Hospital Británico".

Lector frecuente de salmos bíblicos, Viel combinaba su vehemente fe religiosa con diferentes actividades como remar, hachar, nadar, correr para alcanzar un estado ideal físico que, junto a su búsqueda mística, le permitiera ahondar en el ejercicio poético.

Soledad Viel Temperley, hija del poeta y autora de la novela inédita "Como flechas en la mano de un valiente", en la que retrata los 24 años junto a su padre, sostiene: "Su visión de la existencia humana pasaba por el cuerpo y la fe en Dios, por ello nunca le interesó presentar un libro, participar de ninguna mesa o debate literario, ni siquiera producir crítica literaria. Siempre se mantuvo al margen y era consciente de su elección".

"Necesitaba el encierro y el silencio para producir poesía -apunta-. Donde mejor estaba era entre los monjes de Los Toldos (benedictinos), con quienes convivió".

La hija del poeta describe un hombre "que amaba las playas solitarias, la arena, el sol y el mar; el pucho negro y el whisky. Muy alegre, muy vital".

"A sus hijos intentó transmitirles sus vivencias espirituales y fue enfáticamente claro y directo al respecto. Como si dijera que la vida sólo merece vivirse con la fuerza del hacha al caer o con la precisión y decisión de los movimientos del crawl. Gozar, amar, sentir, sufrir, transpirar, reír, todo se debería hacer en esta vida con vitalidad extrema", describió Soledad.

Surrealista a ratos, místico hasta la médula, la obra de Viel Temperley se asemeja a un largo rezo o a una gran plegaria en favor de la humanidad.

Este rasgo es que el que destaca el poeta Diego Muzzio: "Lo más importante en su creación es, justamente, su religiosidad, pero una religiosidad profunda, que bordea el misticismo. El se aparta del poema religioso tradicional, y utiliza recursos, metáforas, extraídas de un mundo casi en oposición con la idea convencional que podríamos tener acerca de poesía religiosa".

"La metáfora de la natación -ejemplifica-, como medio de acercarse a la divinidad. En este sentido, y al menos en ‘Crawl’, el cuerpo es parte de ese viaje místico, no queda en la tierra, no hace falta liberarse de ella como si fuera un peso que impide el contacto con Dios, sino que es medio, se nada con el cuerpo; el acercamiento a Dios se produce con todo y con su cuerpo".

Por otro lado, Muzzio considera que "las imágenes de Viel, son de una belleza muy intensa, en la cual pueden convivir elementos extraídos de mundos muy disímiles, lo cotidiano, la infancia y el mundo bizantino, lo que confiere a sus poemas una gran riqueza visual y semántica".

Poesía de símbolos, el mundo retratado por Viel es fragmentario, incompleto; la única manera de mantener el equilibrio entre la vida y la muerte es a partir de la comprensión del concepto de fe. Basado en los textos bíblicos su poesía recupera el canto, la alabanza y el ruego.

El poeta Enrique Molina trató de explicar ese mundo poético escribiendo en la contratapa de ‘Carta de marear’: "Un lugar, un sollozo, un rostro, se imponen de pronto al discurso, desde el fondo de otro tiempo. Instantáneamente se desarrolla su poder de vértigo, se reproducen innegables conexiones (....) En la poesía de Viel Temperley el relato no es lineal sino irradiante. Un poema es en cierto modo, el eterno retorno".

Por la originalidad de su voz poética y el uso permanente de imágenes como recurso para renombrar las cosas, siempre se lo vinculó al surrealismo. Muzzio asegura que si bien es cierto que "utiliza elementos propios de ese movimiento, sobre todo en lo que atañe a sus imágenes, su poesía esta muy lejos de ser surrealista".

"Existe un plan en su poesía -advierte-. La secuencia numérica que puede rastrearse en ‘Crawl’ y en ‘Hospital Británico’, deja entrever una planificación elaborada, meditada, que nada tiene que ver con la escritura automática y la liberación de la conciencia promulgada por el movimiento surrealista".

Su poesía, al menos en esos dos libros, se inscribe dentro de la tradición de la poesía religiosa o el viaje espiritual. "Por ello no se lo puede inscribir en ningún movimiento. Es un poeta aislado, solitario, dentro del panorama de la literatura nacional de los últimos años, por su temática y su originalidad", precisa.

El acceso a su obra completa, abre un mapa hasta hoy nunca frecuentado que revela la evolución creativa de un poeta, por muchos años etiquetado como "escritor de culto".

"Su deseo de nombrar a dios fue alcanzado cuando compuso -con fragmentos de todos sus libros- esa gran plegaria en los pasillos del ‘Hospital Británico’ donde pasó sus últimos días de vida", concluye su hija.



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