Barrio Ludueña

Claveles y globos por la memoria de Carlos Gauna

Unas 250 personas pidieron ahondar la investigación de la muerte del chico, baleado por un policía en un baldío

La contemplación de cientos de claveles flotando hacia el baldío de Ludueña donde murió hace un año pudo ser, quizá, el momento más emotivo del recuerdo que ayer unas 250 personas dedicaron a la memoria de Carlos Angel Gauna. Era el chico de 20 años que el 8 de agosto de 2002 murió tras recibir un balazo en la cabeza de un policía del Comando Radioeléctrico, en alternativas oscuras que llevaron al Concejo Municipal de Rosario a declarar de interés público la resolución del caso.

No solamente por la singularidad del aniversario exacto. La marcha de ayer fue significativa porque era la primera desde que, el martes pasado, se conociera la resolución del juez que abordó el caso en primera instancia, quien determinó que el policía Rubén Darío Blanco no cometió homicidio simple al dispararle a Gauna, sino que defendió su vida, ya que dio por sentado que había repelido un ataque a tiros previo.

Este policía había acudido al predio de una fábrica abandonada, ubicada en Larrea 562, porque un vecino llamó al Comando Radioeléctrico diciendo que allí había personas robando. La familia Gauna siempre sostuvo que Carlos no estaba armado. Al menos que no disparó fue convalidado con una pericia técnica, el dermotest, que al dar negativo probó que Gauna y el amigo que estaba a su lado no habían tirado: ninguno tenía restos de pólvora en las manos. Como los jóvenes según el dermotest no abrieron fuego -siendo que las personas que tenían más cerca estaban a 50 metros- la pregunta que la familia considera sin respuesta es por qué razón disparó Blanco hacia la zona donde estaba Gauna.

El juez Luis Caterina consideró que el policía "actuó ante una agresión ilegítima y en forma proporcional al ataque". Frente a esto, los padres de Gauna inquirieron por qué Caterina dictó resolución sin oir a Blanco, cuando la fiscal de la causa había requerido que citaran a indagatoria al policía por homicidio simple.

Entre las 250 personas que caminaron desde la casa donde vivía Carlos, en Felipe Moré y Santa Fe, iban familiares de jóvenes muertos en casos denunciados como episodios de gatillo fácil. Todos avanzaron hasta el baldío donde murió Carlos y allí hubo un acto con suelta de globos.

El nivel de participación de vecinos en las marchas realizadas parece convalidar que Carlos Gauna era un chico realmente querido en su barrio. "No era un delincuente", le había dicho a La Capital su abuela el mismo día de su muerte. "Trabajaba en la carnicería de su tío, terminó la secundaria en el Colegio Urquiza de Oroño y Santa Fe, era donante de órganos y cuidaba enfermos en el Pami", subrayaba.

Ayer se cumplió un año del cruel asesinato.