| domingo, 13 de julio de 2003 | Negocio sobre ruedas. La próspera industria de los desarmaderos truchos Una red de ilegalidad y corrupción montada sobre el robo de vehículos La sustracción de automotores nutre una variada gama de delitos. Este año ya hay más de 500 casos sin aclarar Sergio M. Naymark / La Capital La guerra sin cuartel que el gobierno de la provincia de Buenos Aires parece haber emprendido contra el negocio ilegal de autopartes y repuestos robados, que se cristaliza a diario en megaoperativos tendientes a desactivar desarmaderos clandestinos y la implementación de un plan político que llevó al ministro Juan Pablo Cafiero a decir que aquellos comisarios que no controlen ese comercio ilegal deberán irse de la policía, tiene en la ciudad de Rosario y sus alrededores un correlato con aristas tan diferentes como comunes. Es que aquí, fundamentalmente y todavía, no se ha llegado a la espiral de violencia que rodea al robo de automóviles bonaerenses, un delito que se refleja en una cifra escalofriante: el 40 por ciento de los homicidios en aquella provincia se producen en ocasión de robos de vehículos.
Y allí está, a la sazón, el origen de un mercado muy bien aceitado y debidamente estructurado que mueve miles de dólares mensuales, muchos de ellos para pagar la connivencia de aquellos que deberían luchar contra lo ilegal.
"Nosotros estamos muy lejos de la situación que se vive en Buenos Aires", aseguró a La Capital un alto jefe policial que conoce el tema con precisión. La afirmación se sostiene en al menos tres puntos: en primer lugar "aquí se levantan coches estacionados en la calle o en garajes y no hay robos de caño", es decir la sustracción de vehículos en marcha por parte de gente armada que ataca a los conductores, motivo por el cual no se producen víctimas fatales; en segundo término, "el mercado está repartido entre muy pocos" vendedores de autopartes y repuestos robados que "son conocidos por todos y pagan mensualmente un canon para recibir protección policial"; y en tercer lugar, "la mayor parte de la mercadería robada que se vende aquí la traen de Buenos Aires con facturación trucha", por lo que resulta difícil localizar en la zona lugares donde se desguacen autos a la vista.
Devaluación y después El negocio de los desarmaderos se propagó a partir de la devaluación económica que llevó el precio de los repuestos a valores muchas veces inaccesibles, especialmente para aquellos que -beneficiados por el 1 a 1- habían comprado autos cero kilómetro o últimos modelos. Así las cosas, a los usuarios les empezó a resultar más económico adquirir las autopartes en lugares clandestinos que en los comercios habilitados. Al respecto, en la ciudad de Rosario son sólo seis los locales que figuran en la Dirección de Registro e Inspección de la Municipalidad como desarmaderos propiamente dichos (ver aparte).
De esa manera, según confían algunos desarmadores, se conforma una red en la que participan los levantadores de autos, los desguazadores, las boutiques que venden la mercadería robada y los automovilistas que allí concurren a comprar muchas veces enviados por sus propios mecánicos o chapistas, también parte del negocio.
Según datos oficiales de fines de 2002, en Rosario se roban unos tres autos por día de los cuales sólo uno se recupera. Esa estadística se mantiene estable en lo que va del año: en lo que va del año se cometieron al menos 533 ilícitos con automotores y cuyos autores no fueron identificados por la policía. Entre los posibles destinos de las unidades, uno es el desarmado para su venta en partes. Ese comercio se realiza no sólo en los desarmaderos clandestinos sino también en innumerables boutiques donde se consiguen repuestos y autopartes a valores que rondan un 50% menos de los que se venden en los negocios habilitados a tal fin, aunque claro está, sin ningún papel que avale su procedencia.
Al respecto, una fuente consultada comentó que en algunas boutiques se pueden conseguir "puertas enteras de determinado auto, con el color y hasta el tapizado que el cliente pida".
De la calle al mostrador Las autopartes y repuestos ofrecidos en los desarmaderos truchos recorren un corto camino desde la calle al mostrador que va dejando ganancias en cada uno de los eslabones que ata. Así, un levantador cobra hoy en Rosario "entre 150 y 300 pesos por vehículo", aseguró un vocero que no dejó de remarcar que ese monto difiere según el modelo de auto que haya robado.
De la calle o el garaje, el vehículo sale con destino al desguace sin perder tiempo. "Tienen que hacerlo antes de que se registre la denuncia del robo y que eso se dé a conocer. Entonces no hay tiempo para esconderlo, van directamente a los talleres o desarmaderos que últimamente se han instalado en las afueras de la ciudad para así salir del área de la Unidad Regional II, sostuvo el hombre que mencionó a Arroyo Seco, Fighiera, Funes y Carcarañá como los lugares donde han proliferado este tipo de emprendimientos clandestinos.
Después, las piezas vuelven a Rosario para ser ofertadas en otros desarmaderos e inclusos en algunos mostradores. "Entonces la venta del total de las piezas va a subir a cifras que oscilan entre los 4 y los 6 mil pesos", sostienen las fuentes.
En el medio de ese derrotero, dicen los que saben, está el pago que los comerciantes ilegales efectúan a aquellos que miran hacia otro lado cuando deberían combatir el delito. "En la actualidad, en Rosario, desde la policía soportan cualquier cosa en cuanto a la venta de autopartes usadas y los desarmaderos ilegales pagan un canon de hasta 1.500 pesos mensuales para trabajar. Pero que no te agarren desguazando un auto a la vista porque ahí te caen con todo", aseguran desde el mercado negro.
Se buscan "ponchos" Otro de los destinos de los vehículos robados es su conversión en mellizos o lo que en la jerga se denomina "ponchos", dijo una de las fuentes que habló con este diario. Ese mecanismo consiste en obtener un auto siniestrado (ya sea por un choque o un incendio) con su documentación en regla y a partir de ello robar un coche idéntico al cual se le cambiarán las patentes y las numeraciones a fin de que siga en la calle como si fuera legal.
"Ese es un negocio que se hace en una semana. Vas a un desarmadero y decís que chocaste un Fiat Palio modelo 2000, que quedó inservible. Hacés la denuncia en el seguro y por allí todo sigue el camino legal aunque no lo das de baja. Paralelamente vas a un desarmadero y pedís un auto igual. Lo roban, le cambian la numeración y te lo entregan por unos 3 mil pesos. Así vos no sólo cobrás el seguro por el siniestro sino que seguís andando en un vehículo idéntico por un precio irrisorio", relató un allegado al mercado del desguace.
Papeles y registros En cuanto al costado político de esta historia, el gobierno bonaerense ha decidido crear un registro donde deberán inscribirse todos los comercios dedicados al desguace de vehículos para, de esa manera, dejar sentado todos y cada uno de sus movimientos. Por ello deberán tener libros foliados y sellados en las comisarías de las zonas donde trabajen en los cuales deberán anotar todos y cada uno de los autos que ingresen al comercio y las partes y repuestos que de allí salgan. Aquellos que no cumplan con este mínimo requisito serán clausurados.
Esta decisión tiene en la provincia de Santa Fe un antecedente. El diputado radical Miguel Basaldella presentó hace un año un proyecto de características similares que aún duerme en los cajones de las comisiones que deben estudiarlo.
Mientras ese proyecto aguarda su hora, en Rosario los propietarios de los desarmaderos legalmente habilitados quieren dejar bien sentada su actividad comercial creando una Cámara que los nuclee y les permita autoprotegerse de la competencia desleal.
Por su parte, en la Cámara de Repuesteros, que nuclea a unos cien comercios, ratifican la existencia de esa competencia desleal "desde hace unos diez años". En la ciudad, afirman, hay unas 250 casas dedicadas a la venta de repuestos y autopartes, mientras "ni la policía ni la Municipalidad controlan lo que pasa en un mercado totalmente distorsionado y sin control". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Salta al 3300, uno de los lugares allanados. | | |