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 domingo, 06 de julio de 2003

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El aburrimiento del ser

Jorge Besso

Las disciplinas humanísticas no se han ocupado en términos generales de una cuestión aparentemente tan aburrida como el aburrimiento.

Tampoco se trata de que haya una biología o una fisiología del aburrimiento, pues estas ciencias se ocupan, en todo caso, de los organismos como organizaciones biológicas, en particular la de los humanos.

Que un cuerpo esté hecho una pinturita, por dentro y por fuera, no hace que el habitante de semejante carrocería sea un espléndido, tanto por fuera, como por dentro.

Ese habitante es nuestro ser, amado y odiado, tanto por nosotros como por los otros, en proporciones y circunstancias variadas, y también repetidas la más de las veces.

Ser y cuerpo se llevan como pueden en una danza cotidiana que no se detiene en ningún momento, ni siquiera de noche, ya que para conciliar el sueño necesitamos una mínima conciliación con las cosas, y los cosos. De no haber conciliación, al menos tendrá que haber reconciliación para poder bajar el telón de lo cotidiano, que es lo que nos protege del insomnio.

Todo para luego despertar, para las nuevas y las viejas batallas, pues si llegamos al stop, eso significa que pasamos a mejor vida, como se dice de la muerte.

Algo en lo que no todos creen, tal vez casi nadie, pero la frase hecha, con toda probabilidad se refiera a que la parca termina con las agitaciones del cuerpo y del alma. Y en el caso de que el alma siga, como se afirma, el despegue del cuerpo la llevará a paisajes tranquilos y estables en los parajes del aburrimiento eterno, en los que se repite incansablemente un solo diálogo:

- ¿Alguna novedad?

- Negativo.


Determinaciones
Parece bastante claro que los animales son y están más determinados que nosotros. Ni que decir de las plantas, con una coherencia y una fijeza sólo superadas por las piedras, aunque no hay que olvidar que mucha gente, que parece saber, dice que a las plantas hay que hablarles. Tal vez sea para que no se aburran y por lo tanto no se sequen, ya no por falta de agua, sino de palabras, en suma de amor, con lo que hemos logrado una proeza más: que las plantas se vuelvan neuróticas. Un paso más y se volverán psicóticas, es decir, empezarán a hablar, al igual que los perros, y en ese caso, llegado el invierno reclamarán su pullover, seguramente a la moda.

O tal vez manifiesten su protesta por ser paseado por un paseador profesional en lugar de su dueño, es decir de su amo, que es como debe ser. Con todo, animales, plantas y demás existentes no humanos no parecen aburrirse, y aunque muy a menudo bostecen, siempre parecen sintonizados con su medio. No puede decirse lo mismo de los humanos que, o son guiados por la rutina, donde ni la imaginación, ni la planificación son necesarias, o se guían por la agenda que ellos mismos realizan y donde muchas veces imaginan más de lo que realmente hacen.

Sea como sea el aburrimiento suele aparecer y puede impregnar distintos terrenos:

u Matrimonial.

u Laboral.

u Individual.

u Vacacional. Etcétera.


Neurociencias
El sueño fundamental y excluyente de la ciencia es encontrar todas las determinaciones y todos los determinantes, en una suerte de campaña y de ambición universal destinada a terminar con los misterios. Se parte muchas veces de la certeza de que detrás de todo efecto existe una causa, de forma tal de que quién controla las causas controlará los efectos. El siglo pasado terminó por confirmar un movimiento por el cual, todos los espacios que dejó de ocupar la religión, son ocupados por la ciencia que tomó la posta en la misión de explicar la vida.

La importancia de la ciencia es de las pocas cosas indiscutibles de este mundo, sobre todo porque es un terreno, el científico, donde el progreso es constante, aunque los logros no son para todos, ni mucho menos, con el resultado global de que finalmente hay más progreso que evolución. Lo cierto es que en esa misión explicadora de la vida, muchos científicos circulan por este planeta cual sacerdotes que van diciendo su verdad revelada.

La base de la religión científica está instalada en una certeza de acero inoxidable y por lo tanto incorruptible: todo está determinado. A lo sumo las determinaciones estarán invisibles, sólo falta que el ojo de la ciencia encuentre la causa oculta y de esa forma se encuentre el camino que disuelva el efecto en caso de ser necesario. Recientemente el prestigioso The New York Times publica un artículo "científico" sobre el aburrimiento, a partir de la tipificación de una suerte de cuadro patológico con el nombre de "aburrimiento crónico". ¿Dónde buscar la causa? El inefable artículo oscila entre dos posiciones:

* En el "afuera", es decir la tía, o el tío, o el infante en cuestión se encuentran atrapados en un contexto monótono responsable de su aburrimiento, y si bien es cierto que ya la palabra contexto es bastante aburrida, la verdad es que lo más probable es que el responsable del aburrimiento sea uno mismo, a partir de la idea neurótica de que el mundo es un espectáculo montado para que uno se divierta, con lo que sólo bastaría con hacer zapping para encontrar el programa adecuado.

Programa que el ansioso no encuentra, atrapado como está en la cárcel del tiempo.

* En el "adentro", pero un adentro concebido como si en el interior sólo fuéramos cerebro. Entonces la causa del aburrimiento es el mayor o menor "flujo" cerebral, con dopamina incluida, que es un neurotrasmisor muy importante. Está claro que sin cerebro no nos podríamos aburrir, ni tampoco divertir, como que el cerebro no garantiza ninguna de las dos cosas.

Es que entre el cerebro y el teatro del mundo hay un sujeto que somos, precisamente o casualmente, nosotros, que estamos sujetos a las variadas determinaciones externas, materiales e inmateriales, y a las variadas determinaciones internas, materiales (como las cerebrales) e inmateriales, que son más inasibles, pero también muy importantes como: el talento, la imaginación, el entusiasmo, y demás recursos subjetivos, despiertos o dormidos, que tenemos para afrontar las múltiples cargas objetivas.

No desesperar, las determinaciones son múltiples, pero no totales. Los misterios y los enigmas están llenos de indeterminaciones. Por los huecos y las grietas de lo que no está fatalmente determinado, se filtra la creatividad humana y también el ingenio, que siempre van más lejos que el aburrimiento de ciertos científicos. No por la ciencia, ni por el cerebro, sino por que llevan el aburrimiento en el alma.



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