| domingo, 06 de julio de 2003 | Naturismo: Al alcance de la mano Laura Locascio (*) Vivimos en una sociedad profundamente medicalizada, en la cual estar enfermos y consumir medicamentos que nos solucionen rápidamente el problema, se ha transformado en un hecho cotidiano y normal, pero lo normal no es estar enfermos ni consumir medicamentos, lo normal es gozar de buena salud.
El hecho de aceptar la enfermedad como una situación que no podemos modificar, hace que descuidemos prácticas preventivas de salud, muy simples, que a corto o largo plazo resultan la mejor inversión.
Podemos prevenir la enfermedad por medio de una dieta sana, una actitud mental positiva y un mayor acercamiento a la naturaleza. Para eso debemos informarnos acerca de las necesidades del organismo y los recursos que ella nos ofrece.
Los recursos que la naturaleza pone a nuestro alcance, entre otros, son:
* Aire: la existencia de la vida humana depende del aire que respiramos y la buena salud es el resultado directo de una respiración adecuada. Una buena respiración tiene como finalidad la purificación de la sangre en los pulmones, mediante la hematosis (transformación de la sangre impura o venosa en sangre pura o arterial por la absorción de oxígeno y eliminación de gas carbónico). La respiración metódica y abundante de aire puro proporciona a los pulmones el oxígeno necesario para la salud, y al organismo resistencia, fuerza muscular y nerviosa. Tanto para las personas sanas como para las enfermas es aconsejable una práctica diaria de no más de 5 minutos de una pausada y profunda respiración. A esta técnica curativa se la denomina aeroterapia.
* Sol: los rayos ultravioletas de la luz solar actúan biológicamente y bacteriológicamente sobre el organismo humano. Su acción biológica consiste en estimular el metabolismo y su acción bactericida consiste en destruir los gérmenes (microbios). Los principales efectos de los rayos solares sobre el organismo humano son: favorecer la respiración pulmonar y transpiración cutánea; mejorar el tono muscular y la elasticidad de la piel; estimular el metabolismo en la absorción y eliminación de las sustancias en el proceso de la nutrición; interviene directamente en la formación de los glóbulos rojos; ayuda a combatir la anemia, el raquitismo, el reumatismo, entre otros padecimientos; contribuye directamente con la formación y crecimiento de los huesos y los dientes.
La cura solar es una fuente preciosa de restauración para los enfermos y de energía para los sanos. Es necesario ser muy cuidadosos con esta terapia ya que un exceso de exposición puede perjudicar. Lo ideal es exponerse progresivamente, comenzando con cinco minutos hasta llegar como máximo a treinta y nunca en las horas del mediodía. A esta disciplina se la denomina helioterapia.
* Agua: el agua limpia es uno de los más eficaces agentes curativos que nos ofrece la naturaleza. Según su temperatura, opera sobre el organismo de distintas maneras, actuando principalmente sobre el sistema nervioso y el aparato circulatorio. Tiene igualmente influencia sobre la nutrición, pues entre otros efectos, está comprobado que este tratamiento aumenta el número de glóbulos rojos y blancos de la sangre, aumenta la secreción urinaria y tiene efecto sobre la evacuación.
El agua fría (de 8º a 15 º) es tonificante, sedativa y regulariza las funciones nerviosas. El agua caliente (de 37º a 40º) es tónica en el caso de un baño de inmersión si dura de 5 a 15 minutos. Más tiempo o muy frecuentes pueden ser deprimentes. Uno de los procesos más usados son los fomentos, en los que se incluyen hierbas curativas al agua caliente, dependiendo de la afección. Por lo general se busca una reacción del organismo, alternando el agua caliente con la fría. Las compresas calientes aplicadas al pecho nos alivian en casos de bronquitis y tos; aplicadas sobre la garganta, alivian el dolor, al igual que aplicadas sobre la región lumbar. Sobre la columna, facilitan el sueño, sobre las articulaciones, calman los dolores en casos de artritis. A esta disciplina se la denomina hidroterapia.
* Plantas o hierbas: otra de las maravillas que la naturaleza pone al alcance del hombre y cuyo conocimiento y uso adecuado puede ahorrarnos muchos padecimientos es la fitoterapia.
* Tierra: la tierra o arcilla con agua forma el barro y posee importantísimas propiedades curativas. Sabemos que la tierra es el gran compensador o neutralizador de todas las cargas desequilibradas de energía. El barro, entre otras tiene propiedades, es antiséptico, microbicida, antiflogístico (combate las inflamaciones y las fiebres). Existen determinadas arcillas que se emplean con fines medicinales, pero en general se puede utilizar cualquier variedad de arcilla o tierra y los beneficios serán idénticos. Lo fundamental es que deben estar desprovistas de desperdicios o basura. La ideal es la que se encuentra a unos 40 o 50 cm de profundidad. La utilizamos en forma de compresas y cataplasmas. Si la arcilla o tierra está seca, previamente deberá molerse finamente, quitando las piedrecillas u otras sustancias extrañas. Luego en un recipiente se mezclará con agua fría o tibia (el agua caliente reduce su acción curativa). En seguida se bate con espátula de madera hasta que adquiera una consistencia suave como masa. Dependiendo del fin que le vamos a dar se puede agregar alguna infusión de hierbas. Esta técnica se denomina geoterapia.
Asesora naturista (*)
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