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 domingo, 06 de julio de 2003

[Reportaje] "Escribir es perseguir sombras en la penumbra"
Xavier Velasco, premio Alfaguara
El novelista mexicano que gano el premio Alfaguara define la literatura como un "vicio" que exige una dedicacion completa

Carlos Roberto Morán / La Capital

El escritor mexicano Xavier Velasco "compra" con facilidad a su interlocutor. Es muy afable, de trato llano y no pierde en ningún momento la sonrisa. No parece saber lo que es la solemnidad y se atreve a cuestionar sus propias actitudes personales: "Era un asalto a mano armada", admite cuando comenta cómo logró que un amigo de su padre le "financiara" la redacción de su novela "como anticipo de posibles regalías".

La casi obvia explicación es que para un desconocido en el mundo de las letras, como él mismo lo era hasta el año pasado, hablar de regalías de un libro inexistente significaba una utopía, cuando no una superchería. Pero ocurrió que a Velasco, contradiciendo cualquier pronóstico, "se le dio", porque con "Diablo Guardián" su novela de casi seiscientas páginas obtuvo el codiciado Premio Alfaguara de Novela, dotado de la nada despreciable suma de 175 mil dólares (la más alta recompensa en concursos de ese tipo en idioma español).

Sin embargo y a pesar de ser sólo autor -además del texto premiado- de una novela corta, un libro sobre una banda musical y otro de crónicas, la literatura lo ha sido todo en su vida, al igual que la música rock. Con la música su relación fue siempre más fluida, no así con la literatura: "Yo no quería ser escritor", confiesa desde la habitación del hotel cinco estrellas, en Buenos Aires, donde ha tenido que pasarse horas haciendo declaraciones en torno a la larga historia que vincula a Violetta, una joven prostituta que cuenta su vida en cintas grabadas, con Pig, alguien que como el autor odia el trabajo que realiza -es publicista- y ansía escribir esa Novela total e imposible que nunca termina de corporizarse.

Este escritor, que admite que para él la literatura "es un verdadero vicio", nació en la ciudad de México en 1958. Ha publicado en suplementos culturales (en Sábado, desaparecido suplemento del diario Unomásuno) y en diarios. Actualmente edita la serie "Epistolario" en el periódico Milenio, que define como cartas supuestamente dirigidas a personajes públicos en las que combina temas de actualidad con ejercicios literarios.

"A veces y de hecho a menudo escribir es tantear en la penumbra, persiguiendo las sombras de todo cuanto se ignora", declaró. Y también: "Como dijo Vargas Llosa, los únicos mandamientos del novelista son amarás a la literatura sobre todas las cosas y harás lo que se te dé la gana".

-¿Le cambió la vida el premio?

-Por ahora sí, y mucho. Desde que lo obtuve he tenido que andar de acá para allá, sin tiempo para escribir, que reclama hacerlo en soledad. Antes trabajaba en publicidad, bastante, pero me resultó una profesión abyecta. La escritura literaria monopoliza, es obsesiva.

-Para escribir su novela contó con un financista. ¿Puede hablar sobre ese hecho, tan infrecuente?

-Cuando llegó el 2000 me dije "no voy a escribir un solo slogan más" y quemé las naves, pedí una beca-préstamo prolongada. Un amigo me contó que un músico había sido demandado por 30 mil dólares y él para salir de la situación propuso a través de Internet crear 30 canciones retratos a razón de mil dólares por canción. Al poco tiempo pudo reunir los 30 mil dólares y pagar su deuda. Cuando me lo contaron lo que dije era que me interesaba el esquema financiero y entonces le propuse a mi amigo que me diera un sueldo mientras yo escribía la novela. Era un asalto a mano armada y sin embargo funcionó.

-¿Es una leyenda que lo acompaña o es cierto que entregó la novela al cierre del plazo?

-Es real, tuve que apurarme porque el certamen de Alfaguara finalizaba el 15 de diciembre (del año pasado) y la llevé ese mismo día.

-¿Hubo muchas versiones de "Diablo Guardián"?

-Siete novelas quedaron en el camino, me demoré entre 16 y 18 años para escribirla, nunca era lo que quería. Para lograr la última versión cerré todas las puertas, dejé el trabajo, todo. Pero no fue fácil, para escribir se vive una situación neurótica, buscaba pretextos estúpidos para no escribir.

-¿Cómo es su relación con las mujeres?

-Soy obsesivo con las mujeres desde chico, era enamoradizo y muy tímido. Yo quería saber qué tenían en la cabeza, todos esos retorcimientos, que sí, que no... ¿entiendes? Quería escribir con una voz femenina, tratar de meterme en el cerebro de las mujeres. Daba a leer mis cosas a las mujeres y de a poco, por sus respuestas, me decía "se lo van creyendo".

-¿Quién es Violetta?

-Violetta es muchas mujeres. Conocí a una rusa que se llamaba así, Violetta, con doble te, y ahí sí que encontré el nombre. Un día fuimos a comer a un sushi (restaurante japonés) y ella me dio un beso con wasabi en la boca, que pica insoportablemente, yo sentí que me quemaba la lengua, era un ardor insoportable, y me dije "eso es lo que quiero conseguir": un lenguaje como ese beso, algo insoportable pero que sin embargo quieres seguir escuchando.

-Parece existir una cierta analogía entre el mundo de "Diablo Guardián" -el rock, el sexo, la droga, las mujeres, el bilingüismo, la Ciudad- y el de las primeras novelas de su connacional José Agustín. ¿Es casualidad o hay algo más?

-Yo leí desde muy niño y registré el nombre de José Agustín cuando tenía 14 años. Me cayó muy bien todo eso. Lo leí sin parar y por él supe que cualquier cosa podía ser narrable, que se podía hacer lo que diera la gana con el lenguaje y, especialmente, que se podía burlar de lo solemne.

-¿Comenzó a escribir desde joven?

-A pesar de ser mi pasión, yo me rebelaba a ser escritor, buscaba cualquier pretexto para no serlo. Hasta que finalmente lo acepté. Y aquí estoy.

-Llama la atención la falta de compromiso de su novela, incluso Violetta dice en algún momento que para ella la revolución tendría sentido si todos se van a vivir a Las Lomas (un barrio selecto de la ciudad de México) ¿Por qué su novela se presenta tan, digamos así, desideologizada?

-Mire: Fui a Ciencias Políticas durante cinco semestres y salí con asco, fui a Literatura y me dio sueño. Los que conocí son pura simulación, buscan entrar, crearse una cómoda situación económica con el pretexto de la ideología. Esa es mi respuesta.

-¿Se tenía confianza al participar en el concurso de Alfaguara?

-Yo deseaba estar en Alfaguara porque editaban a mis escritores preferidos: Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez Reverte, Javier Marías...

-¿Pero confiaba en ganar el concurso?

-Antes que ganar, pensaba que era posible publicar en España, yo tenía en ese momento una deuda más grande que un elefante con ese mecenas del que le hablé, un amigo de mi papá.

-¿No llegaron a usted las opiniones del jurado sobre su novela?

-No demasiado, aunque supe que dos jueces apostaron que "Diablo Guardián" estaba escrita por una mujer que vive en los Estados Unidos, no tenían ni idea de quién era el autor.

-¿Es correcto pensar que entre el Pig de la novela y usted hay muchos puntos en común?

-A Pig le hice muchos préstamos personales, por ejemplo mis padres no murieron pero sí tuvieron un accidente grave y estuvieron a punto de morir. En ese personaje hay ciertos puntos de mi vida, pero yo quería dejarlo sin nada, despojado de todo, en el momento en que se encontraba con Violetta.



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