Año CXXXVI
 Nº 49.867
Rosario,
lunes  09 de
junio de 2003
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Rotunda advertencia sobre el Saladillo y el Ludueña
La polución de los arroyos locales pone en serio riesgo a la población
Un nuevo muestreo detectó altos niveles de mercurio, cobre, zinc y hierro, vertidos por industrias y talleres

Las aguas bajan turbias en los arroyos Ludueña y Saladillo. Así lo demuestra un nuevo informe de la Asociación Civil del Hospital Centenario tras confirmar niveles preocupantes de contaminación industrial por el vertido de metales pesados. El fenómeno fue atribuido al desecho proveniente de industrias galvanoplásticas, talleres de cromado y fábricas de pintura, entre otros. "Todas estas sustancias tóxicas producen absorción cutánea, entran en la piel o generan envenenamiento silencioso a lo largo de los años", resumió el titular de la entidad, Ariel Pérez, quien denunció falta de controles por parte de la Municipalidad y la provincia.
Este segundo informe se complementa con las muestras tomadas por el Centenario en marzo pasado, a raíz de que se sospecharon que los índices de contaminación tienen impacto sobre la salud.
En un primer momento, los estudios -a cargo del laboratorio de Toxicología aplicada de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario- se produjeron a nivel superficial. Allí los índices de mercurio, tanto en el Ludueña como en el Saladillo, superaban holgadamente lo permitido por las normas internacionales ambientales.
Ahora la investigación fue más profunda y se hizo en el limo de ambos arroyos. Las muestras fueron tomadas el 20 de abril a la entrada de Rosario, aguas arriba del relleno sanitario de Puente Gallego y bajo el puente del acceso sur en la desembocadura del Saladillo.
Por otro lado, para el Ludueña se tomaron análisis bajo el puente de la ruta 9 y en la desembocadura, a la altura de la ex Estexa. El objetivo en ambos casos fue dilucidar si la contaminación se daba aguas arriba o dentro del ejido urbano.
Se concluyó que el resultado de plomo, cobre y zinc en las aguas se duplica apenas transcurren por Rosario. El mercurio es 10 veces mayor en las desembocaduras de ambos arroyos. Pero además, si se los compara con los niveles medidos en marzo, se impone una deducción: los metales pesados precipitados son menores a aquellos que están sobre el pelo de agua porque no han tenido tiempo de acumularse en el fondo del lecho, "producto de un vertido nuevo atribuible a industrias, fábricas y talleres que los desechan como residuo de la actividad".

Aguas peligrosas
Pérez hizo su propia lectura de los resultados, al señalar que "al no haber mucha contaminación en el barro disminuye el peligro tóxico con la ingesta de pescados extraídos de estas aguas", pero renglón seguido acotó: "Si en el Saladillo hay 25 veces más de mercurio de lo permitido, y en el Ludueña hay 18 veces más, habría que tener cuidado con la inmersión de la gente en ambos lugares, porque el mercurio entra por la piel y las heridas".
El representante de la comunidad en el Centenario apuntó a la falta de control por parte de la Municipalidad y la Secretaría de Medio Ambiente santafesina. "No existe el control municipal sobre residuos peligrosos y se sabe que hay muchas fábricas y talleres que vierten en la zanja o directamente a las cloacas", apuntó.
Pero, además, dentro del hospital ya llegaron algunas señales de advertencia del impacto contaminante sobre la salud de la población. "Hemos tenido graves problemas como leucemias y malformaciones, pero al carecer de registros anteriores no podemos llegar a ninguna deducción concluyente", indicó. No obstante recordó: "En el barrio Toba (ubicado en Cabal y Gambetta, de Empalme Graneros) se han expandido los problemas epidérmicos atribuibles al agua con la que se bañan los chicos".
Por último, Pérez dirigió sus sospechas a las pequeñas industrias y talleres, pero señaló a la Dirección de Política Ambiental como la responsable directa de tomar cartas en el asunto.



El Saladillo tiene 25 veces más mercurio del permitido.
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