Héctor Bracamonte, el gran protagonista de la goleada de Boca, no actuaba en primera división desde el 19 de enero, a raíz de distintas lesiones. Braca había jugado por última vez en el empate 2 a 2 que Boca y San Lorenzo protagonizaron en el último verano, en Salta. Desde entonces el delantero xeneize estuvo postergado por distintas lesiones, en especial, una rotura de ligamentos en la rodilla izquierda. "Estoy muy contento porque pude llegar al gol. Creo que le respondí al entrenador", dijo, lacónico y exultante, después de consumada la goleada. "Durante todo este tiempo me esforcé mucho: trabajaba en doble turno con el objetivo de volver. Ahora espero seguir haciendo goles". El vestuario de Huracán, que supo de jornadas de gloria, era la contracara. Se cubrió de silencio, llanto y tristeza como consecuencia de la pérdida de la categoría que se cristalizó con la goleada sufrida ante Boca. "Nunca vi un vestuario tan triste como el de esta noche", confesó, con la voz entrecortada, el mediocampista Santiago Hirsig, todavía sin creer del todo la noticia del descenso. El vestuario local del estadio Tomás Adolfo Ducó repitió la misma escena con casi todos los protagonistas: los pibes del Globito, que lucharon sin suerte por evitar la condena de un proceso a la deriva, lloraron en simultáneo por la suerte del conjunto. "Todos los chicos estaban llorando. Fue una gran pena. No se que más decir", dijo Hirsig. Como si el calendario hiciera un guiño que les permitiera redimirse parcialmente con la gente, el clásico del próximo fin de semana ante San Lorenzo cobró un tono especial para el plantel de Huracán. "No nos olvidamos que el domingo tenemos un compromiso de fuego para la hinchada de Huracán. Vamos a poner todo para darle una satisfacción al público", aseguró Hirsig.
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