El apacible descanso de un matrimonio de jubilados se vio abruptamente interrumpido cuando dos delincuentes se introdujeron en su departamento de barrio Echesortu, los maniataron, les cortaron el teléfono y los encerraron en un baño para robarles el dinero de un seguro de retiro que el hombre acababa de cobrar. La odisea que vivió el matrimonio duró casi 45 minutos y culminó con los ladrones llevándose 500 dólares y 1.200 pesos en efectivo, además de algunas cadenas y collares de poco valor.
El caso es investigado por la seccional 6ª, en cuya jurisdicción ocurrió el atraco. Voceros de esa repartición no descartaban la posibilidad de que se haya tratado de una entrega, al confirmar que se había realizado el cobro de un seguro unos días antes.
Sucedió ayer alrededor de las 3 en el edificio ubicado en San Juan 3790, casi esquina Castellanos. En uno de los departamentos de la planta baja viven Alberto Cubiles, un médico y comisario inspector retirado de la policía de 73 años, junto con su mujer de 68.
Pesadilla
La pareja vive sola y está en el barrio desde hace 20 años. A la hora mencionada, ambos dormían profundamente. De pronto la mujer se despertó sobresaltada por un ruido: no tuvo tiempo de nada porque enseguida se encendieron las luces de la habitación y se encontró con la cara de dos hombres, uno de ellos con guantes calzados.
"Fue algo espantoso: ver de golpe a dos extraños al pie de tu cama que casi se te tiran encima", recordó la mujer. Fuentes policiales indicaron que los ladrones pudieron ingresar por un garage vecino al edificio, por el cual accedieron al palier.
Lo que es un misterio es la forma que irrumpieron en el lugar. No había signos de violencia en ninguna abertura. Un vocero de la seccional 6ª, donde se investiga el caso, opinó que podrían haber usado una ganzúa para abrir la puerta. Lo cierto es que, sin darles un respiro, el matrimonio fue sacado de la cama. "Donde está la plata de tu hija, la plata de tu hija", gritaba uno de los intrusos, dando a entender que sabían que allí había una fuerte suma de dinero.
"No tenemos nada de valor, somos pobres, somos jubilados", rogaba la mujer. Pero los delincuentes optaron por inmovilizarlos a los dos. A Alberto le sujetaron los pies y las manos con un cinta adhesiva, mientras que a su esposa le ataron los pies con un cordón y las manos con otro trozo de plástico. Así, en esa situación, los zamarrearon para llevarlos hasta el baño.
En ese ambiente quisieron introducirlos dentro de la bañera, pero la mujer se opuso. "Estamos enfermos de los huesos, por favor", argumentó, a lo que el dúo accedió, pero igual los dejaron sentados sobre los sanitarios en una posición por demás de incómoda.
A pesar del mal momento, los ladrones no golpearon a la pareja, aunque amenazaron a la mujer, que no dejaba de pedir piedad. Los ladrones estuvieron casi 45 minutos dentro del departamento. Los suficientes como para revolver las cajones, modulares y hasta para encontrar los billetes que la pareja guardaba celosamente. Después, en medio del descontrol, destrozaron una mesita ratona y parte de una lámpara de pie, ambas reliquias familiares. También juntaron algunas cadenitas y bijouterie.
"Esperen diez minutos para gritar, no lo hagan antes porque estamos espiando desde afuera", ordenó uno de los ladrones. Mientras tanto la línea del teléfono ya había sido arrancada y, junto con el dinero, los ladrones encontraron las llaves de la puerta del palier. Un vecino del edificio, que escuchó los gritos, llamó a la policía, pero el dúo ya había desaparecido.
Un vocero de la seccional 6ª consignó que la pareja había cobrado recientemente un seguro de retiro y que probablemente esa información haya llegado a oídos de los delincuentes.