Un lugar donde la irregularidad es moneda más que frecuente

Esta no es la primera vez que el Hospital Provincial es blanco de hecho irregulares. Por el contrario, en los últimos años fue frecuente blanco de robos, amenazas y sospechas de fraude.
En abril de 2001, La Capital dio cuenta de una denuncia del consejo de administración del hospital que alertaba sobre maniobras fraudulentas con cheques utilizados para cobrar sueldos a nombre de otros: una empleada habría percibido salarios atrasados de otros profesionales.
A fines de junio del 99, se produjo un incendio por la apertura de una llave de gas en una sala donde funcionaban las secciones Contaduría y Personal. El entonces ministro de Salud provincial, Oscar Rubio Galli, admitió que se trató de un hecho intencional.
En enero del mismo año Salud provincial detectó irregularidades en la rendición de los salarios correspondientes a 1995 y 1996, nada menos que por el pago de haberes "a agentes que no se encontraban prestando servicios".
Un domingo a la madrugada de 1998 cundió la alarma cuando las salas de Neonatología y Terapia Intensiva quedaron desabastecidas de oxígeno. El viernes anterior (previo a un día feriado) se había medido el sistema, que contaba con reserva hasta el martes. Las enfermeras socorrieron a los bebés en las incubadoras con tubos de oxígeno manuales. Una demora en la atención hubiese provocado situaciones irreparables.
También en el 98 fue robada una computadora con dermatoscopio del Servicio de Dermatología, aun cuando ni el aparato ni la PC tenían gran valor en el mercado. Además, desaparecieron tubos de oxígeno, soldadoras eléctricas y 25 metros de cable de la red de computación, que corría a 25 metros de altura.
Pero la lista de ese año continúa. Al poco tiempo de disponerse la instalación de un reloj con registro magnético para el control de entrada y salida, el instrumento fue arrancado de la pared, cercana a la oficina de personal.
En otra oportunidad, cuando se implementaron los turnos de limpieza de 22 a 6, varios empleados fueron amenazados hasta que el sistema se levantó. Por esos mismos días una mucama del hospital denunció que la iban a desnudar cuando saliera a la calle si continuaba colaborando en la limpieza de dos salas en vez de una.