Córdoba (enviado especial).- Nadie sabía si ponerse contento o triste. Como si no decidieran cómo ver la mitad del vaso. Claro, era una magnífica ocasión para tomar una distancia preciosa de la promoción e interiormente, sin pecar de vanidosos, todos eran conscientes de que tenían un equipo superior a su rival, igual de comprometido en la misma lucha. Pero como en el fútbol dos más dos no siempre es cuatro, asimilar rápido que el punto conseguido en el Olímpico cordobés fue valioso parece lo más conveniente. Mantuvo a raya a Talleres en el promedio y así como hubiera resultado clave ganar, lo hubiera sido más perder. Y el desarrollo del partido pudo premiar a uno u otro.
De lo que no quedaron dudas es de que Russo quiso la victoria y pasó del pensamiento al hecho con el audaz cambio de Mandra por Pino al comienzo del complemento. Esa variante fue la vara con la que al final el cuerpo técnico y los jugadores parecieron medir el resultado final. Por eso el conformismo apenas se dejó ver en la mayoría, quizás porque intuyen que ahora sí está cerca la definición de este duro peregrinar y la espada de Damocles aún sigue pendiendo.
Pero así como Central mostró una vez ser un equipo picante ofensivamente, con recursos que nacen desde las individualidades y un orden colectivo acorde, lo cierto es que Talleres pudo noquearlo y de hecho contó con más y mejores situaciones. Motivados con la llegada de un nuevo técnico que enseguida dispuso un plantel más ofensivo que el de sus predecesor (¿cómo se entendía que La Paglia y Bustos estuvieron afuera de este limitado equipo?), Talleres salió convencido de que no debía dejar pensar a Central y tuvo su premio demasiado pronto. A partir del gol de Devalis, se sintió seguro y maniató al equipo de Russo, que pese a dar vuelta la situación con la vuelta al gol de sus artilleros, ofreció flancos débiles, especialmente en la inseguridad que contagió Carbonari. El mismo Devalis pudo marcar el 2-0 antes del empate de Delgado, aprovechando facilidades en el sector izquierdo auriazul donde Daniel Díaz se desdoblaba para disimular la poca contención de Pino, y La Paglia erró un gol imposible con el partido igualado en 1. Por eso, cuando el verdugo auriazul Diego Bustos (le hizo los dos goles del empate, también 2 a 2, del Apertura) clausuró el resultado, no era más que un acto de estricta justicia.
El ingreso de Mandra y el de un mucho más productivo Pablo Sánchez que Messera, consolidó la sensación por todos conocida: la de un conjunto superior, que se acentuó después de que Real se comiera el tercero inexplicablemente. La media hora que siguió fue toda auriazul. Islas tuvo la asidua visita del balón en sus dominios, los córners se agolparon y Delgado dejó con tortícolis a sus marcadores. Pero paradójicamente, el gol se quedó en amagues. Casi no hubo chances claras y Leonforte evitó en la última acción de la tarde-noche cordobesa la victoria de Talleres.
Por eso, porque pasó una fecha y, aunque todos los rivales del descenso sumaron, sigue afuera de la promoción y lejos del descenso directo, ver la mitad del vaso lleno resulta más saludable e inteligente. Es que la lucha, que es cruel y es mucha, continúa y no hay tiempo para lamentos.
Síntesis
Talleres: 2 \Islas 7, Manfredi 5, Galarza 4 (62' V.López 5), Gandolfi 5, Baroni 6, Devalis 6, Salas 6, D.Bustos 6 (79' Roth), La Paglia 7, J. Quinteros 5 y Real 5 (88' Solana). Suplentes: Gutiérrez y Perrone. Técnico: José Pastoriza.
\Central: 2 \Gaona 7, Carbonari 4, Leonforte 5, D.Díaz 6, Ferrari 5, D.Quinteros 6, Pino 5 (53' Mandra 5), G.Barros Schelotto 5, Messera 5 (53' P.Sánchez 6), Delgado 8 y Figueroa 6. Suplentes: Castellano, Fassi y Papa. Técnico: Miguel Angel Russo.
\Cancha: Olímpico. Arbitro: Gustavo Bassi. Goles: 1' Devalis (T), 23' Delgado (C), 37' Figueroa (C) y 44' Diego Bustos (T). Amonestados: Islas, Manfredi, Devalis y J.Quinteros (T), Messera, Leonforte, Figueroa, Castellano y D. Quinteros (C).