El hincha canalla se fue conforme. Sin poder festejar a lo grande pero con la tranquilidad de que el equipo hizo lo posible para darle la gran alegría. Esa que pareció inalcanzable tras el golpazo que amenazó dejarlo groggy cuando el reloj marcaba 50 segundos de juego. La misma que estalló cuando Lucho Figueroa fue a ofrecer el gol del 2 a 1 a esas mil camisetas canallas que pintaban de azul y amarillo la popular y que se arremolinaron como para treparse a este goleador de selección. Claro, un nuevo golpe antes del final del primer acto hizo preocupar nuevamente, pero ni eso impidió que el canalla mantuviera esa comunión con su equipo de cantar y hacer fuerza como para desnivelar. Esta vez no pudo ser y fue empate. "No tengas miedo, podés cantar", gritó el hincha auriazul cuando Delgado marcó el empate, como demostrando confianza. Y en el aliento en el segundo tiempo, con el 2 a 2, siempre lució mejor la banda canalla. Claro que en esta cancha "ideal para ver atletismo", como la graficó un canalla acostumbrado al clima del Gigante, a la pasión es muy difícil sentirla en el aire, aunque bastaba para verla en la imagen de la tribuna visitante. ¿Los hinchas de la T? Pegaron un grito ensordecedor a los 20', pero demostraron estar muy lejos de esos enemigos Piratas que sí se sienten más a gusto cantando en el Olímpico. Central empató. Es cierto. Pero los hinchas volvieron a ganar. Buscaron el triunfo en el Mundialista cordobés y con mil gritos y colores sumaron una vez más en la tabla de posiciones de aliento incondicional.
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