Melincué.- La gente tiene miedo y saca y pone cosas en la balanza. Quieren difundir su problema pero recelan que tanta publicidad espante inversores, es que sueñan con un casino que les devuelva los turistas. Tiemblan de sólo pensar que pueden perder alguna de las reparticiones públicas que les quedan. Miran con respeto el oleaje contra las bolsas de arena, porque ya tuvieron experiencias límite con esas aguas marrones. Sienten que la tragedia del Salado les roza la piel ya acicateada por varias inundaciones generales, una expresión que usan para decir que años atrás el pueblo se llenó dos o tres veces de agua. Temen, pero sueñan. Quieren seguir con sus proyectos, los personales y los colectivos.
Un grupo de adolescentes esperó que terminara la reunión de los mayores y le acercó una carta al gobernador con varias firmas juveniles estampadas. Reutemann la leyó con mucha atención, los escuchó, ofreció regalarles el plano del canal regulador como prenda de compromiso. "Fírmelo por favor", pidieron los chicos satisfechos de haber gerenciado su propio petitorio ante las autoridades, quizás como aprendieron en las lecciones de cívica en la escuela.
"Somos del Movimiento Juvenil de Melincué, crecimos escuchando el tema de la corrupción y no queremos que pase lo mismo. Si bien nos tranquiliza saber que van a comenzar con el canal nivelador, no vamos a parar de movilizarnos hasta que esté terminado", explicaron resueltas las alumnas.
Natividad Cagrandi lleva años luchando por restablecer el balneario que abrió junto a su familia. Hoy el predio es un paisaje lacustre, con las instalaciones rodeadas de agua. "Este es el único lugar de la Argentina donde el verano pasado no funcionó el turismo. No pudimos trabajar en un lugar donde antes venían hasta cinco mil personas en cada fin de semana", comentó mientras mostraba las fotos de su anegado camping Los Flamencos.
"Hace seis meses viajamos a la ciudad de Santa Fe, nos atendieron muy bien pero no hubo progreso ni obras. Dos meses atrás quisimos encadenarnos frente a la Casa de Gobierno en Santa Fe, pero las autoridades de Melincué nos hicieron desistir porque nos dijeron que no era conveniente", disparó la mujer. "Los políticos no se ponen las pilas, estoy muy dolida, tengo 25 hectáreas para el camping y en este verano no trabajamos porque no podíamos ofrecerle nada a la gente", describió.
Natividad también contó que dos años atrás escribió una carta al gobernador diciendo que sólo había dos alternativas para Melincué: ser chatarras o ciudad luz. Esta última instancia se apoya en una virtud que tienen las aguas de la famosa laguna: pueden llegar a funcionar como aguas termales.
"En la provincia no existe otro lugar con estas características, justamente por esto fue el orgullo turístico de la zona durante muchos años", recordó. Además dijo que existen inversores regionales, nacionales y extranjeros dispuestos a impulsar un proyecto turístico de envergadura.
Los últimos indios
Pino Montani pasó los setenta y tiene centenares de anécdotas para contar, relatos que escuchó de sus mayores. "Los últimos descendientes de los indios vivían cerca de la quinta de mi abuelo, así que le pedían cosas como repollo y tocino. Con el correr del tiempo quedaron cuatro. Era gente buena que hacían trabajos con sogas; después se fueron todos menos uno de ellos: Ramón, que no hace mucho murió en su ranchito", comentó. Pero tenía otro dato revelador "vi tres veces seca a la laguna, eso fue hace más de cincuenta años".
S. C.