Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
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Cristina Fernández de Kirchner
Una primera dama que tiene trayectoria política propia

Aunque fue una de las fogoneras para que su esposo se convirtiera en el sucesor de Eduardo Duhalde, Cristina Fernández de Kirchner anhela muy poco el papel de primera dama.
"No será una primera dama sólo para el protocolo ni tampoco para hacerse cargo de la asistencia social", define alguien que la conoce de cerca. Para demostrar independencia en su proyecto, Cristina se sustenta en su propia trayectoria política, que a caballo del completo dominio político que ejerce su matrimonio en Santa Cruz le permitió ocupar bancas en Diputados y en el Senado.
De hecho, hasta hace un mes ella intentaba no aparecer en público junto con su esposo y hacía campaña en forma separada. Incluso siempre sonó extraño cómo se refería a su marido: "Kirchner", a secas. Recién empezaron a salir abrazados y sonrientes a partir de que se oficializó la fórmula Kirchner-Scioli, y la estampa de los dos matrimonios se transformó en un refuerzo de la imagen renovadora que intentaron dar en la campaña.
Sin embargo, la unidad del proyecto político de ambos nunca pareció estar en juego. El antimenemismo a ultranza, el discurso siempre atento a la defensa de la transparencia en la gestión pública y cierto espíritu progresista fueron las señales que compartieron.
Un dato es elocuente: si bien nunca formalizó una ruptura con el bloque, en todo momento evitó concurrir a las reuniones semanales. En consecuencia, su escenario de acción fue la presidencia de la estratégica comisión de Asuntos Constitucionales.
Desde allí, alentó dos de los procesos más polémicos del último bienio: la investigación por un supuesto pedido de coimas a banqueros para detener una ley y el debate sobre la expulsión de Luis Barrionuevo.
Así como es decidida y perseverante para lograr sus objetivos, también se caracteriza por ser mandona y no tener mucha paciencia para la búsqueda de consensos. No se conocen casos públicos en los que haya estado bajo sospecha por ilícitos o irregularidades.
A los 50 años, Cristina Fernández busca reeditar, en una remozada versión siglo XX, la imagen triunfal de Juan Perón y su esposa Eva.


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