Año CXXXVI
 Nº 49.842
Rosario,
jueves  15 de
mayo de 2003
Min 19º
Máx 23º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Duhalde lo hizo: Menem abandonó

Carlos Colombo / La Capital

El 8 de julio de 1988 Carlos Menem daba la gran sorpresa. Acompañado por un casi desconocido intendente del conurbano bonaerense le ganaba la interna partidaria a Antonio Cafiero (por entonces gobernador de Buenos Aires), quien manejaba el fenomenal aparato del Partido Justicialista. Nadie creía en el triunfo del hombre de Anillaco. Sólo él confiaba ciegamente en su victoria y en su capacidad de convencer místicamente a los afiliados peronistas.
Con dos frases, "salariazo" y "revolución productiva", Menem arrasó en las urnas en la elección presidencial del 14 de mayo de 1989 frente a Eduardo Angeloz.
Presionado por una crisis social sin precedentes, Raúl Alfonsín renunció a la Presidencia seis meses antes de finalizar su mandato y Menem asumió el 9 de julio la primera magistratura del país.
A partir de allí impuso un modelo totalmente distinto al que había planteado en su campaña electoral. No obstante, en cada elección la ciudadanía ratificó cada golpe de timón impulsado por Menem, quien -incluso- se dio el gusto de ganar en Capital Federal con otro riojano: Antonio Erman González.
Menem, quien fue reelecto en el 95 (merced al Pacto de Olivos y la reforma constitucional) por más votos que los que había sacado en el 89, ejerció el poder incluso después del último día de su mandato de diez años y medio.
El riojano hecho de "quebracho y algarrobo" y que "vuela como las águilas" -como gusta definirse- parecía imbatible. Incluso forzó la posibilidad de la re-reelección y, cuando no la logró, se quejó de que lo "proscribían" y de que le tenían "miedo, pánico a este humilde hombre del interior".
Pero ya había comenzado la subterránea pelea interna con su ex vicepresidente y gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, quien aspiraba a sucederlo. La disputa fue tal que minó las posibilidades del justicialismo, que vio cómo la Alianza, armada fundamentalmente sobre el antimenemismo, ganaba la elección presidencial de 1999.
La frase "Menem lo hizo" fue el caballito de batalla de los hombres del presidente que publicitaban las obras del riojano y se jactaban de que el que había perdido era Duhalde y no su "jefe".
Cuando careció de los atributos del poder, estuvo preso por la causa del contrabando de armas. Todos lo consideraban un cadáver político. Pero Menem siguió adelante y, merced al estrepitoso fracaso de la Alianza, volvió a postularse y logró el triunfo en primera vuelta, otra vez contra el aparato bonaerense.
Pero ahora el presidente era Duhalde, quien con un trabajo de orfebre y una estrategia de ajedrecista le fue minando todos los caminos dentro del PJ e impulsó la candidatura de Néstor Kirchner cuando se le cayeron Carlos Reutemann, primero, y José Manuel de la Sota, después.
Desde el impulso de la campaña interna del PJ devenida en elección general, la frase "Con Menem estábamos mejor" fue cortada de cuajo por otra: "O pierde por abandono o por nocaut", que muchos vieron como la intención de Duhalde de acicatearlo para poder derrotarlo en las urnas con un aluvión de votos a Kirchner. "Minga me voy a bajar", respondió. Pero la realidad le dio la razón al bonaerense: perdió por abandono.
Exactamente 14 años después de su triunfo en 1989, Menem renunció a presentarse al ballottage. Parafraseando el viejo eslogan, podría decirse: "Duhalde lo hizo". Se verá hasta cuando.


Notas relacionadas
Duhalde tuvo su ansiado día de gloria
Diario La Capital todos los derechos reservados