Entraron al predio ferial ayer por la mañana sin presentarse, luego de pagar religiosamente la entrada y acreditarse como un visitante más. Eran sabuesos de la regional local de la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) que salieron a revisar papeles entre los expositores y no tardaron en desatar un conato de ira. Como en la Fiar 3 no hay ventas, salvo algunos comedores que están en poder de microemprendimientos del interior, los inspectores se concentraron en constatar si el personal que trabaja en los stands había sido inscripto en regla. Por cierto que tenían de dónde agarrarse porque en la mayoría de los casos se trata de contrataciones informales, como es la práctica habitual. La bronca fue generalizada y abarcó no sólo a los hombres de negocios, porque los funcionarios municipales también estaban con los pelos de punta: "Acá hay muchas empresas chicas que hicieron un gran esfuerzo y ahora vienen a buscarle la quinta pata al gato", masculló uno de ellos.
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