Ramalá. - El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, analizaba anoche la posibilidad de sustituir al designado primer ministro Mahmud Abbas (Abu Mazen) después de que fracasaran las negociaciones para lograr la formación de un gabinete. Paralelamente, Washington urgió a la ANP a instalar rápidamente un nuevo gobierno bajo el mando de Abu Mazen. Israel también se alineó en el pedido para reforzar las aspiraciones de Abu Mazen.
Fuentes cercanas a Arafat afirmaron ayer que los posibles candidatos para suceder a Abu Mazen son el ministro saliente de Desarrollo y Cooperación Internacional de la ANP, Nabil Shaat, visto como su "ministro de Relaciones Exteriores"; el titular de Interior, Hani al Hasan, y el presidente del Parlamento, Ahmed Qurea (Abu Alá). "Abu Mazen no es el único hombre cercano", dijo una fuente en la Mukata donde el líder palestino se halla prácticamente confinado.
Abu Mazen, quien tendría tiempo para presentar su gobierno hasta mañana, según el último plazo previsto en la ley básica palestina, se negó ayer a reanudar las negociaciones con Arafat. En el centro de la crisis está el desacuerdo de Arafat y de varios dirigentes y legisladores de su movimiento Al Fatah con los ministros elegidos por Abu Mazen, entre estos el coronel Mohamed Dahlan, ex jefe del Servicio de Seguridad Preventiva en Gaza.
Pero en el trasfondo del debate está la negativa de Arafat a ceder su poder hegemónico de décadas al frente del movimiento nacional de su pueblo a Abu Mazen, su segundo en la OLP.
Dos pesos pesados en pugna
En Ramalá alcanza su punto álgido un drama que tiene todos los ingredientes para convertirse en un thriller político de primera clase: el designado primer ministro, Abu Mazen, respetado en todo el mundo y uno de los arquitectos de los Acuerdos de Oslo, se enfrenta al internacionalmente aislado presidente palestino, Yasser Arafat, en una feroz lucha por el poder.
Ambos combaten despiadadamente por su supervivencia política, pero al final podrían quedarse los dos en el camino. La reanudación del proceso de paz, estancado desde hace 30 meses, a través del plan de paz conocido como "hoja de ruta" del Cuarteto -Estados Unidos, Unión Europea, ONU y Rusia- está en juego.
Si Abu Mazen, nombrado por Arafat, fracasa en su tarea de formar gobierno, las consecuencias inevitables serán un estancamiento político y la continuación de la violencia palestino-israelí. El conflicto entre Arafat y su viejo compañero Abu Mazen era algo previsible. El presidente de la ANP nombró hace cinco semanas a su "segundo" sólo tras una fuerte presión internacional. Sobre todo Estados Unidos condicionó abiertamente la reanudación del proceso de paz a reformas en la ANP y a la práctica destitución de Arafat.
La comunidad internacional esperaba que Abu Mazen actuara de forma independiente frente a Arafat y lograra crear las condiciones necesarias para poner fin al conflicto de Medio Oriente. Pero Arafat bloqueó todos los intentos de Abu Mazen de crear un gabinete capaz de realizar reformas. Insistió en que sus protegidos políticos continuaran ocupando los puestos de gobierno y rechazó categóricamente a Mohammed Dahlan, a quien Abu Mazen quiere como ministro del Interior.
Dahlan está considerado el único capaz de controlar a los extremistas palestinos que hasta el momento han impedido con sus atentados un acercamiento a los israelíes. Pero el año pasado criticó al líder palestino, "y Arafat no perdona ni olvida", señalaba un observador palestino. Además, Arafat teme que un exitoso Abu Mazen le arrebate lo que fue el objetivo de su vida: la fundación de un Estado independiente palestino con parte de Jerusalén como capital. Por ello, el "general Arafat", como le gusta que le llamen, quiere seguir manteniendo las riendas del poder, ya que un poderoso y exitoso Abu Mazen y un aún más fuerte jefe de la seguridad Dahlan podrían apartar rápidamente al rais (líder o jefe, en árabe) de los mandos del poder.
Abu Mazen ya dejó claro que no está dispuesto a realizar ningún compromiso personal más. Su credibilidad internacional depende de Dahlan, que está bien considerado tanto por Washington como por los europeos e incluso los israelíes. Pero el primer ministro designado tampoco puede gobernar en contra de la voluntad de Arafat, ya que el Consejo Legislativo Palestino (Parlamento), cuya mayoría, perteneciente a Al Fatah, está claramente dirigida por Arafat, le negaría la necesaria aprobación. Así que, sin el visto bueno de Arafat, Abu Mazen está condenado desde el principio al fracaso.
Varios ya dijeron que no. El ministro de Finanzas de Arafat, Salam Fayad, quien goza de prestigio internacional, rechazó el puesto hace semanas, y el presidente del Parlamento, Ahmed Qurea consideró la oferta como una broma. "Ya sufrí un ataque al corazón y no puedo permitirme otro más", se dice que respondió a Arafat. (DPA)