Año CXXXV
 Nº 49.811
Rosario,
domingo  13 de
abril de 2003
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Una muerte desgarradora que renovó la tragedia
"Nuestra hija parecía fuerte, pero por dentro estaba muy dañada", dicen los padres de Carolina García

"No sé cómo llamarlo. Ese (Sebastián García) destruyó a tres familias". Las palabras salen entrecortadas de la boca de la mamá de Carolina Nievas. Junto a su esposo se funden en lágrimas al hablar con La Capital en la cocina de la vivienda familiar de Maciel. Un ambiente cuyos muebles y paredes están cubiertos con fotos de la adolescente. "Ellos (por los padres de García) pueden verlo, tocarlo, besarlo. Y seguramente en algún tiempo más lo volverán a tener en su casa. A mi hija y a Pablo (Pagani) no lo volveremos a ver más", agrega la mujer.
Aquella noche fatal "ese tipo vino a lastimar a mi hija, quizás la quería matar a ella", dice el papá de Carolina. "Nosotros supimos del golpe psicológico que había significado para Caro. Lo charlamos mucho, la llevamos a médicos y psicólogos, tratamos de darle todo y apoyarla. Incluso le dijimos que si se sentía mal podía dejar el colegio y ayudarnos a nosotros en el almacén. Pero ella siempre nos decía que no lo necesitaba. Por afuera se mostraba fuerte y sin embargo por adentro estaba muy dañada. Creo que no nos quiso transmitir ese daño", monologó el hombre con sus ojos enrojecidos por las lágrimas.
El 7 de octubre de 2000 Carolina Nievas se arrojó al paso de un camión y murió en el acto. "Ella se cargó las culpas de la muerte. Debe haber pensado que los pibes se pelearon por su culpa. Y no supo cómo resolverlo", agregó el papá de la joven.
Mucho antes de que la tragedia cruzara el destino de los Nievas con los García y los Pagani, los papás de Carolina conocían a los padres de los otros chicos. "Mi esposa trabaja en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros con la mamá de Pablo desde hace mucho tiempo y los García viven aquí a la vuelta, por lo que en más de una ocasión nos hemos cruzado", sostiene el hombre que ahora prefiere "no verlos más".
En el final los Nievas hablan de su hija que ya no está y miran a Natalia, su nena de 13 años. "Caro tenía un montón de amigas. Era una piba llena de vida. Tenía alma de líder, sábado tras sábado todas las chicas se reunían aquí, todas la buscaban a ella. Desde que no está, en esta casa todo lo que se hace se hace por Carolina. Nos levantamos por ella, respiramos por ella, seguimos adelante por ella. Pero no sabemos cuánto tiempo más vamos a poder hacerlo".


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