Año CXXXVI
 Nº 49.805
Rosario,
lunes  07 de
abril de 2003
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Opinión: A cinco meses de un choque apasionante

Alejandro Cachari / La Capital

Faltan 5 meses y 12 días para las semifinales de la Copa Davis. Un siglo marcado en tiempos deportivos. Muchas cosas pueden pasar, otras tantas podrían modificarse: lesiones, momentos, superficie, característica de los rivales. Lo mismo corre para argentinos y españoles. Pero también es cierto que resulta imposible no imaginar el gran choque entre las dos potencias mundiales que más jugadores sostienen entre los 100 mejores del ránking internacional.
Hoy, a pesar de que todo parece muy claro no lo es tanto. Si España decide jugar el match sobre cemento, Gustavo Luza debería pensar demasiado para armar el equipo. Gastón Gaudio, por ejemplo, el emblema de este equipo de Copa Davis, no debería integrar las dos mejores opciones si se juega en cancha dura. Allí, David Nalbandian, Guillermo Coria, Mariano Zabaleta, Juan Ignacio Chela y hasta Agustín Calleri ofrecen, en lo previo, posibilidades mucho más competitivas que el talentoso jugador del sur bonaerense. Uno de los ítems a tener en cuenta entonces será saber si Luza se animará a dejar afuera al mejor jugador argentino de Copa Davis de todos los tiempos después de Guillermo Vilas. Todo sería más sencillo si el partido se disputara sobre polvo de ladrillo.
Falta mucho tiempo y parece injusto alterar el orden. Esto es dejar de disfrutar el gran triunfo sobre Rusia para empezar a desentrañar un intríngulis que hoy es imposible de solucionar porque el camino por recorrer es extensísimo. Pero...
Una prueba de ello es aquella semifinal de 2002 ante los rusos en Moscú. Cañas era número puesto hasta que una lesión lo marginó de la serie y allí apareció Nalbandian como suplente de Chela y Gaudio.
Hay una tendencia casi imparable. Coria parece tener todos los números, si rubrica su insinuación y mejoría permanente en el circuito, para estar en el equipo que peleará por llegar a la final.
Los que más saben dicen que, ampollas al margen, el Mago de Rufino ya será el número uno de Argentina por entonces. Hasta aquí eso no interesó demasiado. Gaudio está detrás de Nalbandian y Cañas en el ATP Entry System y después del propio Coria, Zabaleta, Calleri, Nalbandian y Chela en la Carrera de Campeones, que es el termómetro del momento de cada uno de los jugadores porque refleja sin margen de error el andar de cada uno en la temporada. Pero es el as de espadas del equipo.
Se supone una serie casi inaccesible ante los españoles que este fin de semana humillaron al mundo del tenis presentando en cancha a Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyá, Albert Costa y Alex Corretja. El equipo croata no sabía si llorar, rezar o sólo resignarse a un 0-5 que estaba cantado desde el mismo momento en que se supo que por los cuartos visitaría a España en Valencia.
Anótese un dato, Albert Costa, el último ganador de Roland Garros, fue suplente en el polvo de ladrillo valenciano y sólo fue convocado para jugar el dobles. Pero es todo un dato que Juan Avendaño y Jordi Arrese, los capitanes hispánicos, ya hayan barajado la posibilidad de recibir a Argentina en una superficie que no es la preferida de los españoles. Ojo, Moyá viene de jugar la final de Miami y tiene unos cuantos triunfos resonantes en cemento y lo mismo corre para Ferrero. Pero ellos, igual que los criollos, nacieron, crecieron y se desarrollaron tenísticamente en polvo de ladrillo.
Falta mucho, un siglo deportivamente hablando, pero qué bueno es comprobar que sea en el piso que sea, Gustavo Luza podrá disponer de un equipo competitivo y muy respetado por el poderoso adversario. España, la temible armada española, toma precauciones para recibir a Argentina.
Lo que va de un año a otro. Está claro que este presente no es obra de la casualidad ni siquiera de arrestos individuales como siempre sucedió en el tenis argentino. Se trata de una política seria. De un trabajo que da sus frutos y sitúa a Argentina en la elite del tenis mundial. Por eso, el presente trasciende al triunfo sobre los campeones del mundo. Evidentemente es un dato lo suficientemente fuerte como para creer que cuando se trabaja en serio, todo se puede. Al menos en lo deportivo.


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