Año CXXXVI
 Nº 49.780
Rosario,
jueves  13 de
marzo de 2003
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Hacia la guerra. La participación británica en un conflicto
¿La alianza Bush-Blair está al borde del estrés?
El jefe del Pentágono desató una tormenta en Londres

Anna Tomforde

Londres. - Nadie cree seriamente en Londres que el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, habló sin pensarlo antes sobre la posibilidad de ir a la guerra contra Irak sin Gran Bretaña. Sus comentarios causaron un nervioso movimiento diplomático a orillas del Támesis. "En Downing Street se desencadenó una tormenta", describió la BBC la situación. Con una mezcla de "pánico y furia", según The Guardian, el ministro de Defensa, Geoff Hoon, tomó el teléfono y movió a Rumsfeld a relativizar sus expresiones.
Rumsfeld creó el pánico en Downing Street el martes, cuando durante una conferencia de prensa en Washington dijo que el papel de Gran Bretaña en una invasión de Irak "no era claro" dada la presión antibélica sobre el premier Tony Blair.
Lo único que le faltaba a Blair, fuertemente golpeado por presiones internas, era que Washington le diera la espalda. Tras el shock del anuncio francés de que vetaría el proyecto de resolución que contiene un ultimátum contra Irak auspiciado por Gran Bretaña con EEUU y España se hizo realidad una nueva pesadilla para el gobierno londinense, comentó el Guardian.
Incluso si Rumsfeld no habló necesariamente en nombre del presidente George W. Bush, se vislumbran "síntomas de estrés" en la "estrecha relación entre George y Tony", escribe el diario. Bush no querría verse más complicado aún con las dificultades de Blair por lograr un consenso en sus propias filas.
Algunos observadores interpretan que el comentario de Rumsfeld, tal vez incluso formulado con la intención de ayudar a Blair, empuja al premier británico y a su ministro de Defensa con mayor fuerza aún hacia el bando de los "halcones". "Blair es arrinconado cada vez más", dijo un analista.

Bendición del cielo
Pero el Times ofreció un análisis totalmente diferente. En Washington se pronunció lo que hasta ahora resultaba "impensable": "Una separación de Blair y Bush aparece por primera vez dentro de lo posible". Esta es la interpretación en que se apoyan los opositores a la guerra dentro del Partido Laborista, los sindicatos y la población. "Esta es una chance enviada por el cielo" para salir de forma inmediata de la alianza bélica, dijo el diputado laborista Graham Allen y muchos de sus colegas deben acordar con ello.
Voces de la izquierda laborista toman este desarrollo como incentivo para alentar a Blair a exhibir aún más flexibilidad para modificar el proyecto de resolución otorgando un mayor plazo para el desarme de Irak. "Si fracasa la resolución, Blair debería subrayar la necesidad de una intensificación de las inspecciones y tratar de llevar a Bush a lo mismo. Esto podría salvar la unidad de la ONU, de la Unión Europea (UE), del laborismo y de nuestro país", escribe el Guardian.
El Times dice sin embargo que esto no sería tarea tan fácil. La participación del gobierno de Blair en una guerra sin aval de la ONU dividiría al laborismo, sólo sería una mayoría con apoyo de la oposición conservadora. La alternativa de retirarse de la alianza con Washington, devolviendo los soldados británicos a sus cuarteles, tendría el costo de una "enorme humillación" y de un daño irreparable en las "relaciones especiales" entre Gran Bretaña y EEUU. El sueño de Blair de constituirse en puente entre EEUU y la UE se vería hecho añicos. (DPA)


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