Año CXXXVI
 Nº 49.771
Rosario,
martes  04 de
marzo de 2003
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El gobierno nacional, la provincia y los candidatos se acusaron mutuamente
Nadie se hace responsable por la escandalosa elección en Catamarca
Luis Barrionuevo dijo que sólo bajará su candidatura si la Corte Suprema de la Nación no acepta su reclamo

El día después de los incidentes en Catamarca, que culminaron con la suspensión de los comicios en esa provincia, se desató una virtual guerra de todos contra todos con el único fin de deslindar responsabilidades y evitar así quedar identificado con la bochornosa jornada electoral del domingo, que tuvo como protagonista excluyente a Luis Barrionuevo.
Por su parte, el presidente del Tribunal Electoral y de la Corte de Justicia de Catamarca, José Cáceres, aclaró ayer que las elecciones provinciales se suspendieron y no se declararon nulas, por lo que cuando se llame de nuevo al comicio sería una especie de complementaria.
Cáceres explicó de este modo que cuando se decida realizar nuevamente el comicio se haría sólo para emitir el voto, y aseguró que recién se volverá a convocar a elecciones "una vez que estén garantizadas las condiciones para el desarrollo normal del acto y concluido el proceso judicial de (Luis) Barrionuevo".
El jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, afirmó que "es un verdadera hipocresía" responsabilizar al gobierno de Eduardo Duhalde por lo ocurrido en Catamarca al precisar que la administración nacional "no tiene potestad para inmiscuirse en un proceso electoral en una provincia" porque estaría violentando "el principio de autonomía".
El mandatario de Catamarca, Oscar Castillo, denunció a su vez la presencia de una "inteligencia de boicot" en las fallidas elecciones de parte de adeptos a Barrionuevo, y dijo que no reprimió a quienes realizaron estas maniobras por privilegiar el "valor vida" (ver página 4).
Si bien el gobernador catamarqueño acusó a Barrionuevo por los desmanes, el polémico dirigente gastronómico aseguró que ayer "no hubo incidentes" provocados por manifestantes del PJ, aunque concedió que él no es "la Virgen María ni el franciscano del convento". Además, dijo que sólo bajaría su candidatura si la Corte Suprema de Justicia de la Nación le fallara en contra (ver página 4).
El escándalo se amplificó a casi todo el espectro político nacional y alimentó, de paso, la campaña electoral a presidente. El menemismo, por caso, manifestó su "enérgico repudio" a esos hechos y, tras asegurar que la situación "abochorna a la ciudadanía del país", le pegó con dureza al gobierno de Duhalde.
El candidato presidencial por el Movimiento Recrear, Ricardo López Murphy, pidió, a su turno, la renuncia del ministro del Interior, Jorge Matzkin.
Pero Atanasof negó de plano que exista "algún motivo" para que el jefe de la cartera política se aleje de su cargo, al insistir en que su gobierno "no tiene responsabilidad" en lo ocurrido.
Atanasof manifestó su deseo de que el gobierno y la Justicia de esa provincia encaucen la situación para que los catamarqueños puedan concurrir a las urnas en un marco de normalidad.
Otro ministro, pero escudándose en el anonimato, dijo que Castillo "tiene la responsabilidad exclusiva" por lo sucedido, y afirmó que, de haberse concretado el comicio, "la mitad de los catamarqueños no hubiese tenido la posibilidad de elegir" porque el justicialismo no podía participar.
"Se iban a afanar la elección", advirtió el funcionario con despacho en la Casa Rosada, que además acusó al gobernador catamarqueño y a otros sectores de la oposición provincial de intentar "nacionalizar un conflicto que es estrictamente provincial".
El titular de la cartera de Producción, Aníbal Fernández, no sólo apuntó contra el mandatario catamarqueño sino también contra el candidato Barrionuevo -hasta ahora aliado del presidente Duhalde- y consideró que la suspensión de las elecciones provinciales es "una chanchada".
"Con un candidato que no podía ser y un gobernador que perdía, se juntaron todas las posibilidades para hacer esta enorme chanchada y de esta no se pueda sacar nada nuevo", aseveró Fernández.
Más allá de los dichos del ministro de la Producción, desde el Poder Ejecutivo se cuidaron en cuestionar públicamente el proceder de Barrionuevo debido a su impedimento para presentar su candidatura, aunque algunos funcionarios admitieron fuera de micrófono que podría haber utilizado "otros métodos".
Tras el escándalo suscitado el domingo, los integrantes de la administración duhaldista expresaron su deseo de que se abra un diálogo entre el sector liderado por el radical Castillo y el justicialista Barrionuevo que "permita hacer convergente la legitimidad y la legalidad" en Catamarca.
Las repercusiones continuaron todo el día. El gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, dijo, por ejemplo, haber sentido "verguenza", y opinó que Barrionuevo "lleva sus ambiciones a cualquier costo".
El diputado Jorge Obeid embistió con dureza contra el gastronómico al denunciar que "Barrionuevo y la barrabrava de un club de fútbol quisieron dar un golpe de Estado".
El menemista Alberto Kohan calificó, a su turno, de un "delito" a los incidentes registrados, y dijo estar "preocupado" con semejante antecedente por los comicios nacionales del próximo 27 de abril.
Atanasof negó, sin embargo, que el escándalo electoral catamarqueño pueda sentar un mal precedente para las elecciones de abril y, en tal sentido, señaló que el gobierno aspira a que lo ocurrido en esa provincia sea sólo "un hecho aislado".



Los incidentes obligaron a suspender las elecciones.
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