Empalme Graneros no es un barrio más. Sus habitantes están convencidos de que se trata de "una verdadera ciudad dentro de Rosario". Y no es para menos, en las 198 manzanas que lo componen conviven unas 35 mil personas, una población más grande que la de Casilda, Cañada de Gómez o Arroyo Seco. Es más, teniendo en cuenta que en Santa Fe los pueblos con más de 10 mil habitantes pasan a ser ciudades, hoy Empalme Graneros sería la décima ciudad más grande de la provincia y sólo disputaría palmo a palmo ese lugar con la localidad de Esperanza. Tiene características similares a la de las pequeñas ciudades, pero las diferencia un verdadero flagelo. En Empalme se vive con miedo, la inseguridad ganó las calles.
Se trata de un barrio con costumbres muy arraigadas y todos los denominadores comunes que tienen las ciudades chicas: la tradicional "vuelta del perro" después de las siete de la tarde a lo largo del centro comercial y las largas charlas con vecinos y conocidos. Pero hoy hay miedo.
Empalme está emplazado en el noroeste rosarino y hoy tiene una característica especial que preocupa a sus habitantes: está rodeado por asentamientos irregulares a los que muchos ven como los culpables de la ola de inseguridad que se pasea por sus calles.
Los asentamientos se extienden a lo largo de las calles Gorriti, las vías del ferrocarril y las calles Olivé y Campbell, formando un perfecto anillo que rodea a la populosa barriada.
Allí, entre las calles asfaltadas que hoy se muestran con verdadero orgullo, vive gente trabajadora y humilde que logró todos los avances del barrio "gracias a la unión". Pero sus antiguos habitantes dicen que hoy "se ven caras extrañas, cada vez más seguido".
Con identidad propia
Los vecinos se sienten hoy más localistas que nunca. "Esta es la República de Empalme. Acá vive gente de trabajo que está orgullosa de ser de acá", dice convencido Nicolás Maggi, mientras atiende su comercio en Juan José Paso al 2500 y todavía recuerda cuando "un nenito" lo intentó robar con un cuchillo.
A su lado está Jésica Grande, una joven de 19 años que no duda en demostrar su orgullo por vivir en Empalme. "Esto es un pueblo, nos conocemos todos", asegura.
Y hasta su centro comercial intenta vida propia. "Es muy común que la gente que todavía tiene trabajo llegue a su casa, se bañe y salga con la familia a recorrer negocios", explica Nicolás aunque advierte que cada día hay más temor.
Empalme tiene su propio ritmo, además de dar refugio a unos 35 mil habitantes, en sus calles pueden verse tres clubes de barrio (La Gloria, Reflejos y Libertad), 25 iglesias (22 evangélicas y 2 católicas), 15 centros comunitarios, cuatro escuelas primarias, tres secundarias y una nocturna y 2 bibliotecas .
Una verdadera ciudad dentro de Rosario, que hoy protesta y se mueve contra la inseguridad: el nuevo flagelo que les toca vivir.