Muchos rosarinos han decidido recorrer las calles céntricas sin dinero u otros elementos de valor. Las mujeres no llevan cartera y prefieren caminar acompañadas. Los comerciantes lo notan y se quejan porque así es imposible que el público ingrese a comprar. Pero esto no es todo. En el caso de que haya una necesidad imperiosa de adquirir algo, irán directamente al punto sin visitar demasiados negocios y, mucho menos, pasear. Por otro lado, los carteristas también suelen arrebatar los artículos que se ofrecen en puestos callejeros. Se llevan anteojos de sol, rapiñan encendedores o despertadores. No tienen problemas de ser señalados al mostrarse impunemente. Siguen haciéndolo con el paso de los días, a pesar de tener un altísimo grado de exposición. Cualquier peatón observador podrá verlos actuar con sólo prestar mínima atención. Están siempre, delinquen siempre.
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