Hasta el año pasado era el cuco más temido de los países emergentes y hoy se convirtió en el niño más mimado del establishment internacional. Pero Inacio Lula Da Silva, de él se trata, no sólo recoge fans en el FMI y el Banco Mundial sino también entre los industriales argentinos que pueden llegar a experimentar los beneficios de sus acciones de gobierno. Tal el caso de la industria láctea argentina, que aguarda poder dar un brinco en las exportaciones al socio mayor del Mercosur, no bien se ponga en marcha el plan Hambre Cero, el principal ariete de la política social del ex metalúrgico del cordón industrial paulista.
Este proceso se da en un escenario óptimo desde el punto de vista de los precios internacionales, que crecieron un 80 por ciento en dólares durante el verano, pero no todo es un lecho de rosas. Los bajos precios que recibió la producción tambera durante los últimos tres años significó la pérdida de vacas madres y una subproducción de los stocks existentes, una situación que llevará tiempo recomponer. Las mejores condiciones externas también traerán problemas al consumo interno, con subas de precios que el gobierno nacional intenta contener.
El plan Hambre Cero es el principal estandarte del nuevo gobierno de Brasil, que en su primer tramo de gestión se afirma como una combinación de recetas ortodoxas (ajuste del gasto público y privatización de bancos estatales) con medidas de fuerte contenido social.
El plan asistencial está por ahora en una etapa experimental pero tiene por detrás un fuerte compromiso de parte del gobierno. La leche es un producto esencial en cualquier dieta y las estadísticas de las Naciones Unidas dan cuenta de un estándar de consumo de los brasileños del orden de los 110 litros anuales por habitante, 40 litros menos de lo que recomienda la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación).
Engordar esa cuota en sólo 10 litros e importarlo de la Argentina significaría para la industria nacional duplicar las exportaciones, que el año pasado superaron los 300 millones de dólares.
En la industria láctea ya se habla del "efecto Lula", y las empresas ya empezaron a efectuar sus propias cuentas, aunque son prudentes en las declaraciones públicas hasta tanto el plan Hambre Cero esté puesto sobre la mesa.
"Sancor ha sido una exportadora permanente de leche en polvo a Brasil y el plan de Lula nos abre más posibilidades", dijo a La Capital una fuente de la cooperativa que tiene su cuartel central en Sunchales.
El tema esta siendo analizado por la firma nacional líder, partiendo de la base de que el plan contemplará una fuerte demanda de lácteos que las usinas lácteas brasileñas no podrán cumplir con producción propia.
En otra escala, la Sociedad Cooperativa de Tamberos de Rosario Ltda. (SCT) tiene intenciones de no quedarse atrás. Tras retornar al mercado con una marca propia (ver aparte), se contactaron con viejos clientes brasileños y ya efectuaron una primera colocación de 50 toneladas.
Las expectativas de exportar más a Brasil se producen en el marco de una importante recuperación de los precios internacionales. El precio de la tonelada de leche en polvo oscila entre 1.700 y 1.800 dólares, cuando pocos meses atrás apenas se pagaban 950 dólares.
Aunque la industria trabaja con capacidad ociosa por la caída que sufrieron las ventas en el mercado interno, que durante el año pasado se redujo de 200 a 160 litros anuales por habitante, no resultará fácil multiplicar la producción. Ocurre que los malos precios recibidos por los productores primarios provocó el cierre masivo del número de tambos, que se redujo de 18.000 a 15.000 unidades. Por ende, la producción, que había experimentado un récord de 10.500 millones de litros tres años atrás, se redujo a 8.150 millones.
Los tamberos fueron empujados a otro tipo de producción y la hacienda fue a parar a los frigoríficos. Por eso, la recomposición de los stocks de vacas madres no se resolverá de un día para otro. Bernardo Arocena, presidente de SCT, pronostica que "se necesitarán dos años de recuperación porque se perdieron en el país dos millones de cabezas de ganado y a ello hay que sumarle los efectos climáticos que redujeron la productividad".
De todos modos, desde Sancor aseguran que el sector lácteo está en condiciones de recuperar rápidamente entre un 5 y un 10 por ciento de la manufacturación, a partir de una recomposición de los estándares de producción por unidad. Las vacas que subalimentadas producían entre 14 y 15 litros diarios pueden, con una alimentación reforzada, llegar a los 18/20 litros. "No podremos cubrir todo el plan Hambre Cero sin estar en mejores condiciones para ofertar", afirman.
Datos de la Secretaría de Agricultura de la Nación (Sagpya) señalan que existen unos 15.000 tambos, con un promedio de 117 vacas por establecimiento. De esto surge que para una producción de 8.150 millones de litros, el rodeo estaría en el orden de los 1,75 millones de cabezas, con una productividad por vaca de 4.644 litros al año, que equivalen a 16,6 litros por día.
La cartera agropecuaria prevé que este año se frenará la liquidación de tambos y vientres por las mejoras en la rentabilidad de la actividad, y que también crecerá la producción individual. Si esta mejora diera un litro de incremento por animal, la producción de 2003 podría crecer unos 500 millones de litros respecto de 2002.
La presión de los precios
Esta recomposición de los precios externos presiona sobre los precios del mercado interno. Los precios de los lácteos se incrementaron un 70 por ciento a partir de la devaluación y se esperan nuevas subas a partir del 1º de marzo próximo, cuando vence una tregua pactada por el gobierno y los industriales.
Necesitada de la materia prima, la industria está obligada a seguir recomponiendo los precios que pagan a los tamberos para dar vuelta el proceso de desinversión que asoló a la producción primaria. Durante la convertibilidad, los tamberos llegaron a percibir 8 centavos por litro y los resultados fueron los que hoy están a la vista. Ahora el precio ronda los 40 centavos y todo indica que podría reacomodarse en los 0,50.
Durante los últimos días se barajó la posibilidad de que el gobierno interviniera por medio de un subsidio para contener los precios de un artículo de gran impacto en la canasta básica del hogar. Aunque la industria guardó silencio al respecto, las asociaciones de productores tamberos se apresuraron a criticar una fórmula que va en contra de las posturas sostenidas por el país en los organismos del comercio internacional, como el grupo Cairns. Lo que sí pide este sector son líneas preferenciales de financiamiento para facilitar el proceso de recomposición del sector. Casi una quimera para la Argentina de hoy.