En 1999, Farwell usó su técnica para resolver un asesinato de 1984 en el estado de Missouri. La policía tenía fuertes sospechas de que un leñador local, James Grinder, había secuestrado, violado y asesinado a Julie Helton, una mujer de 25 años. Pero las autoridades no tenían las pruebas suficientes para condenarlo. Luego, Grinder aceptó que se le tomaran las huellas digitales del cerebro, para demostrar su inocencia. En la pantalla de una computadora, Farwell mostró detalles del crimen que sólo el asesino debería conocer, incluyendo objetos tomados de la víctima, dónde estaba localizado el cuerpo, objetos de la escena del crimen, y detalles de las heridas en el cadáver. "Lo que dijo su cerebro, era que él (Grinder) era culpable", dijo el científico. "El tenía información crítica y detallada que sólo hubiera tenido el asesino. El asesinato de Julie Helton estaba almacenado en su cerebro, y había estado almacenado allí desde hacía 15 años, cuando cometió el crimen". Grinder se declaró culpable una semana después del análisis cerebral, a cambio de una sentencia de cadena perpetua, para evitar la pena de muerte. También confesó el asesinato de otras tres jóvenes.
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