El primer ministro francés, Jean Pierre Raffarin, inaugurará mañana en París una asamblea plenaria del Grupo Intergubernamental sobre la Evolución del Clima (Giec), organización creada por la ONU para centralizar los conocimientos científicos sobre el recalentamiento de la tierra, que se reúne por primera vez en Francia.
París pretende, de esta forma, manifestar su apoyo a una organización cuyos trabajos demuestran, a los ojos de los europeos, que es necesario aplicar sin demora el protocolo de Kyoto.
El acuerdo, que fue rechazado por Estados Unidos, abre un proceso de reducción de emisiones de gas que provocan el denominado efecto invernadero, como el dióxido de carbono, y que en un 60% de los casos procede del uso de energías fósiles en fábricas, edificios y vehículos. Dicho acuerdo impone que los países industrializados sean los primeros en reducir la emisión de este tipo de gases.
La asamblea plenaria, en la que participan 300 científicos y diplomáticos de 170 países, debe definir el contenido del cuarto informe del Giec que será lanzado a finales del 2003 y publicado en el 2007.
El tercer informe, publicado en 2001, estimaba que la "temperatura media global en la superficie (del globo terráqueo) debería aumentar entre 1,4 grado celsius y 5,8 grados celsius entre 1990 y 2100". El informe situaba en 0,6 grados celsius el crecimiento medio de la temperatura observado en el siglo XX, e indicaba que "la mayor parte del recalentamiento observado durante los últimos 50 años es imputable a la actividad humana", esencialmente a la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el estudio recordaba las incertidumbres propias a todo estudio sobre evolución del clima.
Negociaciones
La reunión de París tiene como tela de fondo las incógnitas que persisten sobre el acuerdo de Kyoto y el futuro de las negociaciones internacionales sobre el cambio climático.
Rusia, que prometió el año pasado en la Cumbre de la Tierra de Johannesburgo, que ratificaría Kyoto "en un futuro próximo", no ha cumplido su promesa todavía. Convertido, desde la negativa estadounidense, en un país clave para la entrada en vigor del acuerdo, Rusia se encuentra inmersa en un proceso de ratificación que avanza a saltos, según diplomáticos del este de Europa.
Por su parte, Estados Unidos se aferra a las incertidumbres expresadas por el Giec para continuar rechazando toda reducción de gases de efecto invernadero. Washington apuesta por el descubrimiento de nuevas tecnologías, entre 2010 y 2020, que harían innecesario un cambio en los modos de producción y de consumo practicados actualmente por Occidente.
Con su actitud, acusan las naciones europeas, Estados Unidos busca incitar a los países en vías de desarrollo a que no respeten el protocolo de Kyoto, que fue ratificado en su mayoría por dichos países. Estos temen, no obstante, que la obligación de reducir sus emisiones contaminantes suponga un freno en su proceso de desarrollo económico. (AFP)