Hacía un rato que Luis Páez había visto a su hija de tres años. Se disponía a tomar una cerveza con un amigo y ya tenía en sus manos el envase para comprar la bebida cuando un disparo retumbó en la cortada de calle empedrada. Apenas pudo ver el paso apurado de dos muchachos que corrían hacia una villa del barrio Alvear. El segundo o tercer balazo atravesó la nuca de Páez, que se desplomó sobre la calle desprendiendo sus manos de la moto sobre la que estaba apoyado. El hombre que había disparado desde la intersección del pasaje 1800 y bulevar Avellaneda era un quiosquero al que los jóvenes que escapaban le habían robado la recaudación. El comerciante estaba fuera de sí porque los maleantes, según aseguró después, habían intentado violar a una de sus hijas adolescentes.
El quiosquero, que según testigos disparó al menos tres veces en la vía pública, ahora está preso, acusado de homicidio simple. Un delito que prevé penas de entre 8 y 25 años.
El miércoles a la noche Páez, un albañil de 25 años, había recorrido las siete cuadras que lo separaban de la casa de su ex esposa para visitar a Aylen, su hija de 3 años. Estaba parado en la puerta de la vivienda, ubicada en el pasaje 1800, que tiene una cuadra de extensión. En el fondo de la cortada se levanta una villa, adonde entraron los asaltantes.
Su ex pareja, una policía que revista en una comisaría rosarina, estaba trabajando y el albañil ya había estado con Aylen. Ya eran las diez y media de la noche cuando junto al padrino de la nena, que vive en una casa lindante, decidieron tomar una cerveza.
El robo
Luis entró a la casa para buscar el envase. Allí, un estampido lo sacudió. Apenas pudo salir. Un tiro le atravesó la nuca mientras dos muchachos corrían para escapar de la balacera. Desde la esquina, según algunos testigos, Miguel Angel Colazo, de 47 años, disparaba una pistola Bersa calibre 22 contra los asaltantes lo habían asaltado un rato antes. Los dos jóvenes habían llegado a su quiosco de Avellaneda 3750 y se habían apoderado de dinero y de un teléfono celular.
Colazo estaba con su esposa, Ada Renda, de 45 años, y sus dos hijas de 16 y 13. Los malhechores, aseguró el quiosquero, intentaron violar a una de las chicas. Colazo tomó el arma casi al mismo tiempo que los ladrones abandonaban la casa.
El comerciante salió tras ellos. Los dos jóvenes doblaron por la cortada y ya habían atravesado la mitad de la calle cuando Colazo gatilló la pistola. Un tiro impactó en la cabeza de Páez, otro se incrustó en la caja de una camioneta estacionada en la calle y un tercer proyectil no dio en el blanco.
Luis se cayó al suelo malherido mientras sus manos se soltaban de la Zanella de 50 cc. El amigo y el marido de su ex mujer lo auxiliaron. La ambulancia del Sies no llegaba y el muchacho perdía mucha sangre. Entonces decidieron subirlo en una camioneta de un familiar y lo llevaron al Hospital de Emergencias, pero media hora después falleció.
Ramona Norma Díaz es la suegra del hombre que acompañaba a Luis cuando fue alcanzado por la bala disparada por Colazo. Estaba sentada en la vereda cuando ocurrió el suceso. "Los ladrones pasaron corriendo, pero no vi si estaban armados. No presté atención, porque no sabía lo que había pasado", explicó la mujer.
La reacción de la mujer primero fue de incredulidad cuando le dijeron que a Luis le habían pegado un tiro. Después fue corriendo para ayudarlo. "Estaba desesperada y sólo atiné a tocarle la cara", comentó Ramona, que no vio al quiosquero pasar corriendo. Después le pidió a una vecina que le avisara a sus familiares.
Una fuente de la investigación señaló que los ladrones también abrieron fuego, aunque un testigo indicó que los maleantes percutaron sus armas, pero no salió ningún disparo. "Estamos esperando el resultado de la autopsia para establecer el calibre de la bala", explicó el vocero policial consultado.
Páez vivía solo en una casilla de Avellaneda al 2900. Ayer al mediodía, la madre y sus hermanos estaban sumidos en un enorme desaliento. Un rato antes, su ex esposa había dicho que la relación de Luis "con la nena era buena y la veía con frecuencia". A esa hora, Aylen todavía no sabía que su papá había muerto.
Colazo fue detenido y quedó alojado en la comisaría 18ª. En el caso interviene el juzgado de instrucción Nº1, a cargo de Carina Lurati.