"De eso ya no hablamos. Son buenas personas, pero a mí nadie me extorsiona". Elisa Carrió prefiere dar vuelta la página y olvidar la reciente ruptura de la endeble sociedad entre el ARI y el socialismo, que ayer presentó su fórmula presidencial: Alfredo Bravo-Rubén Giustiniani. De todos modos, Lilita se preocupa por destacar a La Capital que su relación con el intendente de Rosario, Hermes Binner, es "excelente". Pero, por esas cosas que tiene la política, la candidata también deberá enfrentar en las elecciones generales a Bravo, viejo compañero de batallas parlamentarias. "La verdad es que yo lo quiero mucho a Alfredo. Por eso no voy a opinar", se limita a responder. En otro orden, la diputada no se cansa de repetir, casi como un mantra, que "lo que está en discusión es todo el poder en el país" y que la sociedad, con su voto, "va a derrotar a las mafias y a los fantasmas del pasado y construir el futuro". Mientras Lilita sigue recorriendo el sur del país (de regreso pasará por los balnearios de la costa atlántica), el ARI inició una investigación destinada a definir el perfil de su compañero de fórmula. El objetivo es detectar los puntos flojos de Carrió, al menos desde la mirada de los votantes, y luego, resultados en mano, delinear el perfil de su acompañante ideal.
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