Año CXXXVI
 Nº 49.710
Rosario,
jueves  02 de
enero de 2003
Min 18º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Recambio histórico. El ex obrero metalúrgico será presidente hasta el 2007
Con la promesa de combatir el hambre, Lula asumió en Brasil
Por primera vez en 41 años un presidente democrático traspasó el mando a un sucesor surgido de las urnas

Brasilia. - Con una promesa de fidelidad a su humilde cuna Luiz Inacio Lula da Silva asumió la presidencia de Brasil prometiendo combatir el hambre -que él mismo sufrió- e implementar urgentes mejoras sociales en uno de los países con mayor desigualdad en el mundo. "Mientras haya un hermano brasileño o una hermana brasileña pasando hambre tendremos motivos de sobra para cubrirnos de vergüenza", expresó el ex obrero metalúrgico tras jurar ante el Congreso como el primer presidente de izquierda en la historia de Brasil. Lula finalizará su mandato en 2007. Es la primera vez en 41 años que un presidente democráticamente electo -en este caso Fernando Henrique Cardoso- entrega al final de su mandato la banda presidencial a su sucesor. Además de Lula y su gabinete, también asumieron 27 gobernadores electos o reelectos en los comicios de octubre.
Como es habitual en este tornero de 57 años que apenas pudo estudiar hasta quinto grado, en la ceremonia de asunción en el Congreso las lágrimas saltaron de sus ojos durante varios momentos de su discurso. Lloró cuando recordó su origen y reafirmó su compromiso con los más pobres, y también cuando declaró que la "misión" de su vida estará "cumplida" si al final de su mandato, el 1º de enero de 2007, "cada brasileño puede desayunar, almorzar y cenar cada día".
Lula reiteró también sus promesas de combatir la pobreza y la desigualdad en una nación de 170 millones de habitantes, de los que al menos 50 millones son pobres. "Si al final de mi mandato todos los brasileños tuvieran la posibilidad de desayunar, almorzar y cenar habré cumplido la misión de mi vida", expresó Lula ante el cerrado aplauso del pleno del Congreso. (ver página 14)
Lo escuchaban los jefes de Estado de Argentina, Eduardo Duhalde; de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Losada; de Cuba, Fidel Castro; de Chile, Ricardo Lagos; de Uruguay, Jorge Battle; de Perú, Alejandro Toledo y de Venezuela, Hugo Chávez. También los presidentes de Portugal, Jorge Sampaio; de Sudáfrica, Thabo Mbeki; y los primeros ministros de Suecia, Goran Persson; de Serbia, Zoran Djindjic; así como el Príncipe Felipe de Borbón, en representación de España. En nombre de Estados Unidos asistieron el responsable de Comercio Exterior, Robert Zoellick, y el representante de la Casa Blanca para América latina, John Maisto. En total asistieron representantes de 118 países.

Baño popular
Antes de jurar como presidente, Lula da Silva se dio un auténtico baño de multitudes. Lula -del Partido de los Trabajadores (PT)- recorrió en un auto descapotable (un Rolls Royce modelo Silver Wraith donado por el Reino Unido) la enorme explanada donde se encuentran los edificios gubernamentales para llegar al Congreso, pasando entre una multitud que, en una verdadera fiesta popular, coreaba su nombre y protagonizó una imponente fiesta popular en Brasilia. "Los que nunca tuvieron gobierno saludan al presidente Lula", rezaba una bandera colocada cerca de la Catedral de Brasilia por simpatizantes del nuevo presidente llegados en autobús desde el empobrecido Estado de Pernambuco tras un agotador viaje de más de 30 horas.
Bajo una tenue llovizna, Lula y José Alencar, su vicepresidente, saludaron a una multitud que distintas fuentes calcularon entre 300.000 y 500.000 personas, en su mayoría llegadas de los más distantes puntos de Brasil y vestidas con el color rojo que identifica al Partido de los Trabajadores (PT), que el flamante presidente fundó en 1980.
Mucha gente lloraba de emoción al paso del presidente, que no dejaba de sonreír y saludar a la multitud. Un joven festejante, más osado, burló a los guardaespaldas y llegó a abrazar a Lula antes de ser arrancado del coche por un custodio.
Lula ganó la presidencia de Brasil luego de tres intentos frustrados y tras moderar su antigua retórica socialista, que preocupó durante la campaña electoral a los inversionistas extranjeros. Para ganar la confianza del electorado que lo había rechazado en las elecciones de 1989, 1994 y 1998, Lula se alió a un partido de centroderecha y colocó a su líder, el magnate textil José Alencar como su compañero de fórmula.
La solemnidad del acto de asunción en el Congreso se vio quebrada varias veces por los legisladores presentes y por invitados a la ceremonia, que en varios momentos sacudieron paños rojos y entonaron temas musicales de la campaña electoral que llevó a Lula a la presidencia. Cuando Lula firmó el acta de toma de posesión del cargo, una nueva ola de emoción embargó a los presentes. El senador Eduardo Suplicy gritó: "¡Viva el Brasil! ¡Viva Lula!", mientras el alcalde de Aracajú, Marcelo Deda, lloraba en forma incontenible y abrazaba al ministro de Hacienda, Antonio Palocci.
En la calle, la muchedumbre aplaudía, enardecida, tanto en Brasilia como enfrente a las pantallas gigantes instaladas en San Pablo. Mientras Lula recibía, junto con su predecesor, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, los saludos de los gobernantes visitantes, del cuerpo diplomático y de los ministros entrantes y salientes, los presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, Hugo Chávez, bromeaban con los periodistas haciendo con las manos un gesto que simbolizaba la letra ele, que era la señal de Lula en la campaña electoral, ante la mirada sonriente del presidente peruano Alejandro Toledo.
Después de recibir la banda presidencial de su antecesor Fernando Henrique Cardoso y dar posesión del cargo a sus 33 ministros y secretarios de Estado, Lula se abocó a la parte final de la ceremonia. Desde el estrado del Palacio del Planalto habló a la nación y ante una muchedumbre cubierta de banderas rojas prometió "recuperar la dignidad del pueblo brasileño y devolverle su autoestima".
"No soy el resultado de una elección, soy el resultado de una historia", dijo Lula a su pueblo. "Estoy concretando el sueño de generaciones y generaciones, que antes de mí intentaron y no lo consiguieron", afirmó Lula. El flamante presidente recordó el pasado: "Nuestra victoria no fue resultado apenas de una campaña. Antes de mí, compañeros y compañeras lucharon, antes del PT compañeros y compañeras murieron en este país luchando por conquistar la democracia y las libertades. Apenas tuve la gracia de Dios, en un momento histórico, de ser portavoz de las ansias de millones de brasileños", dijo el ex sindicalista que dirigió las feroces huelgas del fin del régimen militar brasileño (1964-1985). Lula estuvo flanqueado por su vicepresidente y por Marisa, su esposa, a la que llamó "compañera".

Fiesta popular
En la enorme Explanada de los Ministerios, en tanto, miles de personas seguían la fiesta a través de pantallas gigantes, donde artistas populares -incluyendo el designado ministro de Cultura, Gilberto Gil- brindaron conciertos. Grupos folclóricos de todas las regiones brasileñas también se sumaron a la fiesta. Miles de personas vestían camisas rojas y agitaban banderas del mismo color, que identifica al partido del nuevo presidente.
En las calles bailaban escuelas de samba, un grupo amazónico, y un grupo de samba de carnaval. Poco antes de la aparición de Lula, en tres escenarios instalados para la ocasión flanqueados por pantallas gigantes, los artistas Zezé de Camargo, Luciano, y Gilberto Gil -a quien Lula nombró ministro de Cultura- actuaron ante miles de personas.
Lula, quien nació en el seno de una familia analfabeta sumida en la pobreza, que no concluyó sus estudios primarios, pero poco a poco fue entrando en la política y conquistó los corazones de millones de brasileños, que lo ven como el mandatario más cercano al pueblo. "Desde el 1500 una elite explotadora gobernó Brasil", expresó Jason, de la ciudad de Goiana, en el mismo Estado donde se encuentra Brasilia. "La gente siempre soñó con esto". (Reuters, DPA, AFP y Télam) \



Lula y su vice, José Alencar, en las calles de Brasil.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
El presidente obrero, un símbolo de plena democratización de la sociedad
36 años de luto
¿Podrá el PT aliarse con el empresariado?
Cardoso se fue en silencio
Diario La Capital todos los derechos reservados