Año CXXXVI
 Nº 49.710
Rosario,
jueves  02 de
enero de 2003
Min 18º
Máx 24º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






¿Podrá el PT aliarse con el empresariado?

Jorge O. Lewinger

San Pablo. - El verdadero dilema del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva es si el Partido de los Trabajadores (PT) logrará hegemonizar la alianza con el empresariado que lo llevó al poder o si la liderará este último sector, recostándose en el sistema financiero internacional, como hizo con Fernando Henrique Cardoso, lo que decidirá si en Brasil se impondrá la continuidad o el cambio.
Muchos dan por descontada la continuidad -y a ella atribuyen la relativa tranquilidad de los mercados- a partir de las garantías que ofreció Lula de "responsabilidad fiscal y cumplimiento de los compromisos asumidos con el FMI", y reducen el cambio a un "estilo" de mayor sensibilidad social, que impondrá el ex sindicalista por su propia historia personal.
Sin embargo, dejan de lado que el "terrorismo financiero" que desataron "los mercados" durante la campaña electoral para generar pánico y evitar el triunfo de Lula, esta cuarta vez no funcionó, y que el grueso del electorado se pronunció en contra de Fernando Henrique.
El vicepresidente del PT, Walter Pomar, explica que esto ocurrió porque la crisis de América latina y de Brasil "es expresión del predominio de una política neoliberal, pero también del agotamiento de esta política". El petista señaló que "para captar el sentimiento del electorado, hay que entender que el gobierno de Cardoso se convirtió en una amenaza no sólo para los intereses populares, sino también para la continuidad del propio empresariado, y por eso el 70% votó como opositor a Cardoso".

Dos mundos distintos
Escatimando esta realidad, el periodista Ceferino Reato -de la agencia Ansa- sostuvo que "Lula da Silva y Cardoso pertenecen a dos mundos tan distintos que, ahora que se sabe que no habrá grandes cambios en la economía, la diferencia de estilos se está convirtiendo en la principal novedad de la política brasileña".
Reato fundamenta su afirmación en opiniones de analistas como la del politólogo Milton La Huerta, profesor de la Universidad de San Pablo (USP): "La diferencia de estilos es abismal. Es el elemento más interesante de este cambio de gobierno y, creo, la verdadera ruptura". Para La Huerta, el estilo de Lula tiene un elemento muy positivo ya que "los brasileños se están sintiendo más cerca de la política".
No obstante, el analista abandona su poltrona académica cuando "alerta que Lula no debería excederse, como cuando llamó al presidente del Real Madrid para que le permita a Ronaldo que viaje durante el Carnaval", porque eso amenazaría una recaída en el "populismo".
De alguna manera, Reato enlaza el populismo del "padre" del Brasil industrial moderno, Getulio Vargas -el Perón brasileño-, con Lula, el "nuevo padre de los pobres", pese a que reconoce que los intelectuales del PT rechazan esa asimilación. Por el contrario, la principal diferencia que estableció entre ambos Pomar es que "aquella fue una industrialización a expensas de los trabajadores, y nuestro gobierno está hegemonizado por la izquierda".
Claro que esta hegemonía habrá que verla, pero sin duda que por allí pasa la verdadera divisoria de aguas entre "continuidad y cambio" del modelo económico social en Brasil. El país-continente parece haber agotado la experiencia socialdemócrata de Cardoso, a juzgar por los resultados electorales, y más allá de la herencia que recibirá Lula, las cuestiones de hegemonía se dirimen en todos los terrenos.
En un país tan "injusto" como Brasil, según la propia definición del ex presidente -con 54 millones de pobres-, rápidamente se verá si el plan de "hambre cero" se reduce a una dimensión asistencialista o involucra una verdadera reforma agraria para aumentar drásticamente la producción de alimentos, resolver la situación de las 100 mil familias sin tierra y potenciar el mercado interno.
Lula también dijo en campaña que cumplirá con los compromisos con el FMI, pero advirtió que el Fondo no decidirá la política de Brasil. No harán falta muchos meses para cotejarlo con la realidad. En última instancia, conviene tener muy claro que el PT, como siempre ocurre con los partidos en el poder, tendrá una relación conflictiva con su propia administración, pero, como dijo Pomar, "no pensamos ser espectadores, sino protagonistas de la pulseada que implica gobernar".
Por cierto que el PT no es cualquier partido de Brasil, sino una verdadera fuerza política y social, que incluye a la principal central obrera, a los Sin Tierra, y a otros movimientos sociales, civiles y religiosos. Y la alianza con los empresarios no la decidió el publicista Duda Mendonca para "moderar" el discurso del ex sindicalista, sino un congreso del PT, en donde se impuso por amplia mayoría, aunque también fueron importantes las corrientes que propugnaban continuar con el tradicional programa socialista del partido. (Télam)


Notas relacionadas
El presidente obrero, un símbolo de plena democratización de la sociedad
36 años de luto
Con la promesa de combatir el hambre, Lula asumió en Brasil
Cardoso se fue en silencio
Diario La Capital todos los derechos reservados