Año CXXXVI
 Nº 49.710
Rosario,
jueves  02 de
enero de 2003
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Dos ilustres ciudadanos de Cruz Alta
Hernán y Darío Franco, protagonistas de una fiesta solidaria

Gustavo Conti y Luis Castro / La Capital

Debe haber sido el último encuentro futbolístico de 2002. Y se dice "encuentro" antes que "partido" porque esa palabra refleja mucho mejor lo que pasó la penúltima noche del año -ya viejo- en Cruz Alta, el pueblo de los Franco, Darío y Hernán, que con su presencia en las canchas de América y Europa hicieron trascender a esta pequeña población cordobesa, casi santafesina, lo mismo que el Toto Berizzo o Juan Pablo Vojvoda, sin olvidar tampoco a Gustavo Onaindia, Horacio Monti o Gustavo Stremiz, o el técnico Edgardo Sbrissa, un hombre muy querido por estos pagos. Los ex volantes de Newell's, uno subcampeón con Morelia de México, el otro campeón con Independiente, reunieron a un grupo de jugadores de primera división, en lo que fue una excusa para una jornada inolvidable y solidaria, en la que recaudaron cerca de 5.000 pesos para el Centro de Asistencia a la Niñez Carlos Tardella, un lugar donde comen y se educan cerca de un centenar de pibes carenciados de la localidad.
Damián Manso, Leonardo Ponzio, Lisandro Sacripanti y Guillermo Marino, por Newell's; Leonardo Talamonti y Emiliano Papa, por Central; José María Buljubasich y Martín Demichelis, por River (o mejor dicho, este último por Bayer Munich de Alemania); Raúl Damiani, de Independiente; Gustavo Raggio, de Unión; Alejandro Bravo (dejado libre de Newell's en junio del año pasado), de Tampico de México; Santiago Raymonda y Lucas Nardi, de Quilmes; Ricardo Lunari (libre); ex figuras como Gustavo Dezotti, Claudio Baravane y Jorge Walter Theiler, y el actual ayudante de campo de Carlos Bianchi en Boca, Carlos Compagnucci, se dieron cita en este municipio fronterizo con Santa Fe, que se prendió a la propuesta y colmó las instalaciones del club Newbery y Everton (Newerton para todos) para darle un respaldo magnífico a la iniciativa de dos de sus hijos dilectos.
El equipo de las Estrellas contra el representativo local reforzado por los Franco, Onaindia, Stremiz y Monti (Berizzo y Vojvoda no pudieron regresar de Europa pero enviaron su mensaje de saludo) fue el broche de una jornada digna para el elogio, porque no resultó nada sencillo para Hernán y Darío reunirlos a un día del cierre del año. Claro que no estuvieron solos en la movida, ya que los amigos del pueblo se movieron a la par y fue vital la colaboración del periodista de LT3 Ezequiel Cassé, también cruzalteño, quien hizo muchos de los contactos.
"Es la primera vez que organizamos algo así, ojalá sea sólo el comienzo", decía Darío Franco a quien lo quisiera oír. Y a decir por el éxito de la convocatoria, seguramente se repetirá. A última hora de la velada, luego de la cena que el club ofrendó a los futbolistas e invitados, anunciaron que la recaudación ascendía a 4.577 pesos, que irá a parar íntegramente al centro que asiste a 100 pibes carenciados de Cruz Alta, la obra de los Franco y de varios de los que le dieron vida a la jornada del martes último, cuyo nombre recuerda a un personaje de los medios del lugar, Carlos Tardella, fallecido hace poco en un accidente automovilístico.
Fue tan cuidado el espectáculo pese la premura con que se realizó que hasta estuvieron las diablitas locales. Claro que no con el desparpajo de las que recibían a Hernán cada vez que Independiente jugaba de local, sino con la gracia de la niñez y la frescura de sus movimientos perfectamente coordinados por profesoras de gimnasia. Ellas fueron el aperitivo del fútbol propiamente dicho, junto a la escolta de las divisiones inferiores. Pero también resultó emotivo el ingreso de los jugadores, anunciados por la voz de Walter Hugo y el locutor Hugo de Cruz, que jugó de local y es tanto el cariño que tiene por el pueblo que lo vio nacer que su nombre artístico responde precisamente a él.
Entrega de medallas y aplausos por doquier, sobre todo cuando anunciaron que Darío Franco fue declarado recientemente ciudadano ilustre de Cruz Alta, fueron el último prólogo al protagonismo de la pelota. Una hora de fútbol jugado con intensidad, donde el combinado de las estrellas (vistió toda la vestimenta suplente de Morelia, traída especialmente por Franco y donada por el club para la ocasión) venció 3 a 2 al local con dos goles de Sacripanti y un golazo de Manso, descontando de penal Daniel Stremiz y Piquirí Macari, un reconocido personaje del lugar que reparte diarios y que hizo reír a toda la concurrencia ingresando con una peluca y haciéndose pasar por un futbolista colombiano. Al final todos terminaron jugando para él y hasta el árbitro le obsequió la pena máxima para que se llenara la boca de gol con relato de Walter Hugo incluido, en lo que fue el pitazo final.
Después llegó el turno de los pibes pidiendo autógrafos, del sorteo de las camisetas de los hermanos Franco, de las fotos, la cena, las emotivas palabras de Sbrissa resaltando el valor de la solidaridad y el hecho de no olvidar las raíces, el humor interminable de Marcelo Josset (disputó el Comic 2002 de Videomatch) y los tres últimos chistes de Ricardo Lunari que se robaron también todos los aplausos.
Darío y Hernán Franco demostraron que cuando se quiere se puede. Por gestos como el del martes último son tan queridos en Cruz Alta. Mientras todos los jugadores desandan los últimos días de sus vacaciones, ellos usaron el tiempo libre de las suyas reuniendo un grupo importante para convocar a todo un pueblo y beneficiar a quienes más lo precisan. Francamente, para aplaudir.



Los hermanos Darío y Hernán, ilustres de Cruz Alta (Foto: Néstor Juncos)
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