Elbio Evangeliste - Rodolfo Parody / La Capital
La imagen que devuelven es la misma de cuando empezaron tímidamente a hacer sus primeras incursiones en el seleccionado argentino de hockey. El paso del tiempo y las conquistas no las cambiaron en nada. Luciana Aymar y Ayelén Stepnik no sucumbieron ante el éxito que tantas veces embriaga y confunde. Son protagonistas del momento de mayor gloria del hockey argentino tras conseguir el primer título mundial para el país y mantienen el perfil bajo y la sencillez de siempre. La gloria no las hizo olvidar las postergaciones, el sacrificio de viajar todas las semanas para ir a entrenar a Capital Federal, la mística que forjaron Las Leonas, y la amistad. Sólo la unión que fueron fortaleciendo con el paso del tiempo hizo posible esta realidad. "Si alguna hubiese dejado de ir a entrenar, la otra también hubiera abandonado", manifestaron para dejar en claro la importancia de esta relación de años. Es tan reciente la consagración en el Mundial de Perth, y tantas las requisitorias de la prensa, que aún no dimensionaron en su justa medida la trascendencia del título. "Todavía no tuvimos tiempo de sentarnos y detenernos a pensar todas las cosas que vivimos. Creo que uno toma real conciencia de lo que hizo, de los días de entrenamiento y de lo que nos sacrificamos para llegar a esto con el paso del tiempo", comentó Aymar. "Recién con los años nos vamos a dar cuenta de la trascendencia del título. Nosotros vivimos el día a día, entrenando, compitiendo. Creo que con el tiempo vamos a comprender la magnitud de todo lo que logramos. Ahora es como que lo valoran más ustedes (el periodismo), los padres y hasta la gente misma. La prueba está en el recibimiento que tuvimos", sostuvo Stepnik. -Con ese criterio, ¿recién van a tomar conciencia de todo el esfuerzo que hicieron a lo largo de sus carreras cuando dejen de jugar? -Mirá, cuando Mariela (Antoniska) atajó el último penal sólo pensábamos en festejar y en dar la vuelta olímpica, pero cuando estábamos en el podio y nos ponían las medallas me puse a pensar lo que tuvo que pasar cada jugadora para llegar a esto. Me acordaba de los viajes en colectivo a las tres de la mañana para ir a Buenos Aires, de Cecilia (Rognoni) que tuvo problemas de salud, de la lesiones de Mecha (Margalot) y Vanina (Oneto); iba recordando las cosas que a todas nos habían pasado durante el año y la verdad que se me ponía la piel de gallina. El sacrificio fue mucho y tal vez quienes están más al tanto de todo esto son los familiares, que son los que más cerca están de nosotras. Aymar -¿Eso explica el hecho de que bastante tiempo después de que terminara la final seguían llorando? -Sí, esas cosas hacen que el grupo se vaya haciendo cada vez más fuerte y son esas trabas, esos obstáculos, los que hacen que los logros se valoren de otra manera. Además creo que es una particularidad de los argentinos o de los latinos en general. Si nos comparamos con los equipos europeos, ellos no lo viven de la misma manera. Acá vivimos cada triunfo de una manera particular. Stepnik -Los deportistas argentinos sentimos de una manera diferente, especialmente los amateurs. Nos moviliza el placer de jugar y disfrutamos en todo momento de la camiseta argentina. La diferencia con otros seleccionados es notoria. Cuando ganamos la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sydney nosotras festejamos mucho más que las australianas que fueron campeonas, ellas dieron una vueltita y se fueron y nosotras no nos cansábamos nunca de festejar. Aymar
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