"El juego de Tumberos lo hicieron muchos chicos que van a la escuela", dijo Juan Carlos, un pequeño de 10 años de edad que cursa quinto grado de la escuela Alas Argentinas, quien no dudó en mostrar las cicatrices que se hizo en su brazo al raspar su piel con una trincheta que habitualmente usan para sacarle punta a los lápices. "Acá fuimos un montón los que hicimos eso, nos cortamos despacito y nos raspamos. Después medíamos con una regla para ver quién tenía mayor cantidad de cortes. El más valiente es quien tiene más heridas o cicatrices", relató el niño. En tanto, Roberto, un chico de 12 años que tiene en su mano los rastros del juego, comentó que "en cuarto grado hay un chico que se hizo como diez cortes y es uno de los que más lastimaduras se hizo, pero ya se le están cicatrizando. Ese sí que es un tumbero de verdad", agregó.
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