Año CXXXV
 Nº 49.639
Rosario,
martes  22 de
octubre de 2002
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Opinión
Quién dijo que todo está perdido

Miguel Pisano / Ovación

Ni tanto ni tan poco. Convendría recordar que antes del inicio del actual torneo Apertura, Central estaba descendido y por unos cuantos puntos, al extremo que era el equipo con el peor promedio y sus rivales más cercanos eran Independiente a dos unidades, Unión a cuatro, Talleres a diez, Lanús a 13 y Huracán a 18, es decir que les descontó a todos menos al rojo. También sería bueno no olvidar que el equipo del Flaco Menotti tuvo el mejor comienzo del torneo imaginable, al extremo que ganó todos sus partidos con excepción de la visita a Olimpo, aunque la serie se invirtió increíblemente después de vencer en el clásico, justamente cuando cortó la racha de 22 años sin ganar en el Parque. "Es raro lo que le pasa a Central porque cualquier equipo que gana el clásico se agranda", reflexionaba con razón el Puma Rodríguez en una columna de Ovacion.
En realidad hay algunas explicaciones. A saber: el cuerpo técnico preparó al equipo para comenzar el torneo en el máximo punto de sus posibilidades físicas, con la idea de alcanzar el mayor rendimiento posible en las primeras fechas y luego tratar de mantenerlo con el envión anímico. Central jugó bien hasta la lesión del Negro Quinteros contra Vélez, luego de la cual actuó 70 minutos con un hombre menos, en los que la visita le empató por un yerro defensivo. Esa merma del rendimiento del capitán la pagó muy cara contra Colón, cuando no supo definir el partido y lo perdió en un par de centros. Desde entonces Central juega bien con la pelota pero carece de la capacidad de definición de las primeras seis fechas y, en contrapartida, se expone demasiado defensivamente. Así perdió goles y puntos increíbles contra River, Huracán y Talleres. En verdad, el equipo jugó bien en casi todos los partidos del primer tercio del torneo y decayó notablemente en algunos del segundo, aunque quizá uno de los remedios consista en que el Flaco Menotti deje de intentar adaptar a los jugadores a su saludable ideología futbolística. Por caso, no parece conveniente insistir tanto con la idea del número 10 que hasta ahora no lo convence si a lo mejor puede resolver la ecuación del mediocampo con un par de volantes ofensivos externos y con otros dos centrales más defensivos. Otro punto central a resolver consiste en la necesidad del imprescindible espíritu de lucha para anticipar y recuperar la pelota lo más lejos posible de su arco, así como en la urgencia del escalonamiento defensivo que reduzca la alarmante vulnerabilidad del equipo. Y otra cuestión a tener en cuenta reside en la necesidad de que el equipo pruebe más de media distancia, tal como lo hacía el propio Flaco cuando jugaba, máxime ahora con una pelota tan liviana y zigzagueante. Todavía cuesta creer que el Cata Díaz, el jugador de remate más potente, no patee los tiros libres ni le pegue sistemáticamente. En síntesis, con su loable postura ofensiva, Menotti parece el mejor técnico para salvarse del descenso, aunque para ello el equipo deberá recuperar la contundencia en la definición, tomar los recaudos para defenderse tan bien como ataca y el Flaco no debería dudar en elegir al mejor jugador en cada puesto ni en meter los cambios necesarios en procura de los resultados.


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