El colchón desapareció como por arte de magia. La voluntariosa, fiel y casi siempre numerosa hinchada rojinegra ayer decidió volverles la espalda definitivamente al plantel y al cuerpo técnico leproso. Se puede tomar por dos caminos: el optimista, que diría que lo de anoche es apenas una muestra porque no había muchos simpatizantes en Banfield, y el pesimista que bien podría afirmar que el ciclo está en vías de extinción a partir de un comportamiento desusado de la parcialidad ñulista, que insultó y exigió desde que el tiro libre de Moreno y Fabianesi impactó en la red hasta el pitazo final de Sequeira. La primera señal llegó un minuto después de la apertura del marcador. "Y pongan huevos la p... que los parió", fue el atisbo inicial de hostilidad del centenar de rojinegros que hubo en Banfield. Al rato nomás apareció un lapidario "Váyanse todos la p... que los parió". Después llegaron los insultos hacia el propio técnico recriminándole la derrota en el clásico y sindicándolo casi como exclusivo responsable, aunque la conducta descripta más arriba demuestra que en realidad el mensaje es para todos. Todo comenzó en el primer tiempo, cuando una pelota aterrizó en la tribuna visitante y de repente se armó una batalla campal entre los propios hinchas rojinegros. Es que en realidad la lucha por la pelota fue apenas una excusa. El desborde, una clara muestra de la división que existe en el seno de la hinchada, y de los malos resultados. Sobre el final del partido los hinchas aplaudieron a Palos cuando contuvo un remate de afuera del área, obviamente fue una ironía para quien había tenido una muy mala noche. En realidad, no muy diferente a la del resto de sus compañeros. La despedida fue un mensaje sin concesiones: "La camiseta de Newell's se tiene que transpirar y sino no se la pongan, vayanse y no vuelvan más"... "Mirá cómo se va la gente Zamora", gritó uno de los últimos hinchas que quedaba en una tribuna visitante, ya prácticamente desolada.
| |