Año CXXXV
 Nº 49.595
Rosario,
domingo  08 de
septiembre de 2002
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López Muñiz: "Ya no era la misma alegría"
La nadadora dijo que los días siguientes a la masacre fueron de gran desazón

El efecto sorpresa del operativo de Septiembre Negro hizo carne en los deportistas argentinos. Recién con el correr de las horas de ese día 5 fueron asimilando lo que estaba pasando. Y fue en la jornada de homenaje a los deportistas asesinados, celebrada en el estadio olímpico, donde despertaron de una pesadilla. "Cuando pusieron la bandera a media asta y se suspendieron los Juegos por un día, ahí nos replanteamos lo sucedido. Ese acto fue muy triste. Me puse a pensar que podrían haber sido mis compañeros los que pudieron haber muerto".
Mientras López Muñiz estuvo presente en el mismo estadio durante ese homenaje, Segurado lo hizo por TV: "Recuerdo el centro del campo, formadas las delegaciones con las banderas y un escenario central chico. Ahí se anunció que continuaban los Juegos".
Una sombra negra sobrevoló a partir de ese instante. López Muñiz describió cómo el atentado alteró la vida de los Juegos. "Ya no era la misma alegría de antes. Dentro de la villa olímpica había boliches que se mantuvieron cerrados. O no íbamos porque la gente no tenía ganas. Se intensificaron los controles. Continuamente venía gente que se arrimaba junto al alambrado de la villa y camarógrafos que filmaban todo lo que pasaba en su interior. Salíamos a la terraza de nuestra habitación y veíamos a toda esa gente".
Los controles dejaron de ser flexibles. Segurado conserva aún la credencial con su foto que "debíamos mostrar para entrar porque comenzaron a ser muy estrictos".
La preocupación no sólo giraba alrededor de los Juegos Olímpicos. Desde lejos, más precisamente desde Rosario, la familia de López Muñiz sufría. "Mi papá llamaba todos los días. Quería escucharme para que les dijera que no me pasaba nada. Y si no se podía comunicar porque yo había salido se angustiaba un montón".
El fin de los Juegos tuvo su correlato con la amargura de los días anteriores. "La ceremonia de clausura, que siempre es triste, lo fue aún más. No sólo por el hecho de que nos íbamos, sino porque estuvimos viviendo algo que nadie imaginó, o que le pudo haber pasado a cualquiera", sostuvo López Muñiz.
De todos modos, la ex nadadora pone sobre el tamiz los hechos y se queda con la satisfacción de haber estado en los Juegos Olímpicos. "Es mucha emoción junta. La ceremonia, competir... y luego que pase todo eso, no lo podés creer. Pero me quedan más los momentos lindos que los feos. Aparte trato de evitar que me quede lo feo. Siento con gran emoción haber hecho el sacrificio y logrado mi meta de estar en los Juegos. Pensar hoy que yo estuve ahí. O la alegría de haber entrenado junto con Mark Spitz, que lo hacía a la misma hora nuestra para esconderse de los periodistas. Fue tanto lo que viví que en la actualidad no puedo ver ninguna ceremonia inaugural porque me largo a llorar. Es que es muy lindo ver flamear a tu bandera".
Segurado también rescató lo que él califica como "una fiesta popular con más sabor que un Mundial". Tiene grabadas imágenes que no están para nada emparentadas con el dolor y la muerte que ensombreció a los Juegos. "Cuando vos entrás al estadio y desfilás son sensaciones inexplicables. Te estás juntando con gente del mundo a la que posiblemente nunca más vuelvas a ver. Lo que valoro es haber ido a los Juegos y participar. Es una distinción porque representás al país. El problema que hubo es una mancha que espero que no se repita nunca. Todos fuimos a competir y nadie fue a pelear".
Y dejó una sentencia que hoy no le encuentra explicación. "El deporte no tenía nada que ver con lo que pasó. Fue un acto terrible de esa gente (por Septiembre Negro) de ir a buscar a unos deportistas. Si ellos querían pelear debieron ir a buscar a los que pelean. No tenían porqué ir a raptar personas que sólo fueron a competir. Porque los israelíes no fueron a competir a una guerra".


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