Un ejército de casi tres mil hombres y mujeres brinda seguridad privada en Rosario. Están cerca de igualar a la cantidad de policías, pero algunos de ellos ni siquiera tienen algún tipo de adiestramiento. Es más, según reveló el jefe de la Dirección Provincial de Autorizaciones, Registro y Control de Agencias Privadas de Seguridad, comisario general retirado Reinaldo Gómez, "las resoluciones actuales no lo contemplan". En esta ciudad, la seguridad privada maneja más de mil armas, entre las que pueden encontrarse pistolas y escopetas de grueso calibre. Se trata de un fenómeno en expansión que se incrementa a medida que crece la sensación de inseguridad de la gente.
La tropa de policías privados está conformada mayoritariamente por ex miembros de fuerzas armadas y de seguridad, pero entre ellos también hay gente que encontró en esta actividad un modo de ganarse la vida. Paradójicamente, no hay ninguna norma que contemple que deban tener un adiestramiento previo para brindar seguridad en distintos sectores de la ciudad. "Las resoluciones no lo contemplan", admitió Gómez, al tiempo que aclaró que "actualmente se está implementando un anteproyecto para modificar esta realidad". "Se propuso crear escuelas de vigiladores, institutos de donde salga todo el personal adiestrado y con su correspondiente habilitación", adelantó.
No todos los que integran este masivo cuerpo de seguridad privada tiene el mismo rango. Entre ellos existen claras divisiones. Por un lado están los vigiladores, que no portan armas, y por el otro los custodios, que sí tienen autorización para utilizar armamento.
En suma, este ejército de vigiladores cuenta con 1.663 armas en toda la provincia y más del 70 por ciento de ellas está en Rosario. Sólo en esta ciudad hay 150 agencias de seguridad habilitadas para trabajar. De ellas dependen 2.977 agentes, casi mil menos que la cantidad de policías con la que cuenta la Unidad Regional II de la policía provincial. Visto de otro modo: un verdadero ejército paralelo brinda protección a quien pague por sus servicios.
Doce años de historia
La actividad de las agencias de seguridad privada recién fue reglamentada en 1991 en la provincia de Santa Fe. Ese año se sancionó una resolución que estableció pautas claras para su funcionamiento, pero casi inexplicablemente el organismo encargado de fiscalizarlas recién se creó ocho años después. Se trata de la repartición que hoy conduce el comisario retirado Gómez.
En forma paralela al control que establece esta oficina que depende del Ministerio de Gobierno provincial, cada unidad regional de la policía posee una sección que también actúa como órgano de control de las agencias de seguridad.
A través de ellas se hacen verificaciones mensuales para saber si su personal está autorizado, registrado y si el armamento utilizado tiene el permiso del Registro Nacional de Armas (Renar), entre otras cosas.
Según explicó Gómez, "cada custodio que utilice armas debe registrarse particularmente". La seguridad privada utiliza básicamente revólveres calibre 32 corto y largo, 38 corto y largo, pistolas 9 milímetros y escopetas itaka calibre 12,70.
El funcionario se preocupó además por remarcar la "importante diferencia" que existe entre la realidad de la seguridad privada santafesina y lo que está sucediendo en Buenos Aires. "Aquí no ha habido un auge inusitado como allá", sostuvo.
El territorio bonaerense cuenta con la policía más numerosa del país: un ejército de 45 mil efectivos. Pero, increíblemente, los vigiladores privados son 70 mil.
Cambio de hábitos
Lo cierto es que la actividad de los guardias de seguridad privado en la ciudad fue evidenciando algunos cambios con el correr del tiempo. Si bien en sus orígenes era común verlos custodiar sitios con gran afluencia de público como supermercados, industrias o concesionarios de automotores, desde hace años su presencia es casi una constante en los edificios de departamentos. "Es por la ola de inseguridad que nos mete miedo a todos", confesó el portero de un edificio céntrico.
De todos modos, el comisario Gómez remarcó que "en esos casos, el personal realiza un trabajo más parecido al de sereno que al de seguridad estrictamente".
En los últimos meses, el requerimiento en la prestación de los servicios de las agencias privadas comenzó a crecer. "Evidentemente sus servicios tienen un crecimiento mientras más aumenta el delito", explicó el funcionario.
En medio, la gente intenta buscar esa tan deseada sensación de seguridad. En los palieres de sus departamentos hay vigiladores, las cocheras donde guardan sus autos son monitoreadas por cámaras de videos y en sus oficinas tienen alarmas conectadas a alguna central. En los barrios, en tanto, las rejas taparon las ventanas y los chicos ya no juegan hasta tarde en la vereda. Quienes tienen dinero tienen una doble protección: la que debe brindar el Estado y la que presta el ejército de vigiladores privados. Postales de Rosario en tiempos de inseguridad.