Los aborígenes que cada año realizan la celebración en la porteña plaza Naciones Unidas consideraron como una profanación de sus objetos sagrados la instalación en el lugar de una escultura metálica gigante en forma de flor. Kollas y aymarás criticaron al gobierno porteño por permitir que fuera levantada en el mismo sitio donde entierran ofrendas sagradas.
| |